Campesinos y chivas, amores y necesidades
En Antioquia ruedan más de 700 de estos carros, cuya antigüedad y operación son cuestionados luego del accidente de Sabanalarga.
Ante la polémica por la necesaria seguridad y control que deben tener los buses de escalera, tras la tragedia de Sabanalarga, en los pueblos dicen que acabar ese medio de transporte sería como “cerrarles las fincas”.
El campesino de la vereda Llanogrande, de Abejorral, Iván Álvarez Yepes, lleva más de 60 años utilizando buses de escalera para transportarse al pueblo y mover las cargas de café y bultos de chirimoyas que produce en su minifundio.
El único contratiempo que ha tenido en estos vehículos es que por la cantidad de curvas y el mal estado de las vías por las que transitan, se marea con frecuencia.
Este hombre, que tiene más de 75 años, se preocupa por la polémica que estos carros desataron en el transcurso de la semana, luego del accidente el domingo pasado en Sabanalarga, donde murieron 14 campesinos que se desplazaban en una chiva que se fue a un abismo profundo, porque cedió, a su paso, la banca de la vía veredal.
“Para mí, si acaban las escaleras sería como si me despojaran de la finca. Sin ellas, el
289 policías de Tránsito y Transporte tiene el Comando Antioquia para 6 ejes viales.
campesino no se puede mover, porque en un bus normal no me van a llevar las encomiendas, animales, el mercado y los productos que vendemos en el pueblo y de los cuales subsistimos”, comenta.
Trabajo pesado
Rubén Darío Rincón, quien lleva 35 años manejando chivas en los departamentos de Antioquia y Caldas, opina que estos vehículos, a pesar de ser tan voluminosos, son seguros y de tanta potencia que se pueden utilizar en verdaderas trochas como son la mayoría de vías terciarias del país.
Indica que aunque la mayoría de estos automotores son de modelos viejos, cons- tantemente sus propietarios los tienen que repotenciar, ya que las normas para su funcionamiento son estrictas. Estas exigen la revisión tecnicomecánica cada dos meses.
“Las chivas son dinámicas. En semana les quitamos las bancas y transportamos toda clase de carga en las zonas rurales, pero los fines de semana llevamos a la gente y mercados que van en el capacete”, relata el conductor, quien maneja una escalera Ford 65 que presta el servicio al corregimiento Pantanillo, de Abejorral. En la última silla de la chiva lleva pala, pico, azadón, machete y costales, para reparar la vía y evitar quedarse varado a mitad de camino.
Advierte que otro de los comentarios que se escucharon tras el incidente vial de Sabanalarga fue que las chivas tengan cinturón de seguridad, lo que calificó de innecesario, porque estos carros, por el tipo de vías que circulan, no superan una velocidad de 40 kilómetros por hora.
En Andes, el defensor de estos vehículos y presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas del municipio, el arquitecto Hernán Saldarriaga, destaca que las 55 chivas que ruedan por esa población no se pueden chatarrizar, porque el Concejo en 2004 las declaró patrimonio cultural, acuerdo que fue respaldado por la ministra de Cultura de ese entonces, Consuelo Araújo.
¿Y la seguridad qué?
Saldarriaga reconoce que en
muchos municipios sí hay falta de control, sobre todo en aspectos como el sobrecupo, exigencias de tarjetas de operación, seguros al día, equipo de carretera, condiciones tenicomecánicas y embriaguez.
Recomienda que las primeras que deben estar atentas al cumplimiento de las normas y control al sobrecupo, para que no lleven pasajeros en el capacete y colgados de la escalera, son las empresas, que deben tener buenos equipos y carros sustitutos para días de mucha demanda.
Por su parte, Carlos Marín, gerente de la Agencia de Seguridad Vial de Antioquia, informa que matriculados en esa entidad (antes el Tránsito Departamental) hay 483 buses de escalera. Carlos Zapata, director territorial del Ministerio del Transporte para Antioquia y Chocó, confirma que en esa dependencia hay registradas otras 185 chivas que circulan por carreteras secundarias y ejes viales nacionales, las que pertenecen a empresas como Coonorte, Sotraurabá, Sotrasoda y Gómez Hernández, entre otras.
Según Marín, el registro que tiene la Agencia de Seguridad Vial corresponde a 93 municipios que no cuentan con organismo de tránsito, pero hay otras 32 localidades con Secretarías en las que también hay matriculadas varias chivas, por lo que el número es superior.
Expresa que como el Decreto 80 de 1987 delegó en los alcaldes el control al transporte mixto, de carga y pasajeros, en las vías terciarias, la Agencia, a raíz del accidente de Sabanalarga, expidió una resolución para recodarles a esos mandatarios que deben controlar el sobrecupo, exigir las tarjetas de operación, la vigencia de los seguros de responsabilidad civil por daños a terceros, el obligatorio de accidentes de Tránsito (Soat) y la revisión tecnicomecánica. El alcalde de Sonsón, Obed
Zuluaga, manifiesta que en su población prestan servicio más de 40 chivas adscritas a dos empresas.
Critica a quienes piden que se acabe con este servicio y dice que la Nación y la Gobernación deben estar más pendientes a ayudarles al mantenimiento de las vías terciarias, porque con los recortes presupuestales que han tenido es imposible cumplir con esta obligación.
El presupuesto anual de Sonsón es de $ 12 mil millo- nes, pero necesita para mantener 511 kilómetros de vías terciarias $ 30 mil millones, al año.
De esos recursos solo pueden invertir mil millones de pesos en mantenimiento de esas carreteras, concluye