En el Congreso le aplicaron los santos óleos a la reforma política
En una semana el proyecto de reforma política y electoral perdió el poco oxígeno que le quedaba. Primero se apartó Cambio Radical, luego la Misión de Observación Electoral (MOE) le pidió al Gobierno quitarle el respaldo y, para ajustar, un grupo de nueve senadores liberales anunció el voto negativo.
Previo, el exministro del Interior, Juan Fernando Cristo, quien se encargó de depurar el paquete de propuestas hechas por la Misión Electoral Especial (MEE), socializarlas con los partidos y radicar el proyecto original, le pidió a la bancada liberal no votar la reforma.
Quedan cuatro días hábiles de vigencia del fast track o vía rápida, y aunque el ministro del Interior, Guillermo Rivera, no pierde la fe en que pasará el último debate pendiente en la plenaria del Senado, ahora el Gobierno solo cuenta con La U, algunos liberales, y un sector conservador.
Incluso, Elizabeth Ungar, exdirectora de Transparencia por Colombia y coordinadora de la MEE, le dijo a EL COLOMBIANO que fue un esfuerzo en vano, no por el equipo de investigadores, sino porque el país se pierde la oportunidad de modernizar el sistema.
¿Por qué no funcionó?
La MEE fue presentada con bombos y platillos por el presidente Juan Manuel Santos en enero de este año, en desarrollo del punto dos del Acuerdo firmado con las Farc. Según el mandatario, su objetivo era “limpiar la forma de hacer política” en el país y “fortalecer la democracia”.
Tres meses después ese equipo, integrado por seis expertos, entregó una propuesta, calificada por algunos sectores de ambiciosa y poco realista. Desde el primer momento el Centro Democrático se apartó del debate por considerar que no tenía relación con el Acuerdo y porque desde La Habana no podía nacer una reforma de esa importancia.
Tan pronto llegó el proyecto a la Cámara, la MEE y la MOE advirtieron que se había acortado mucho la propuesta inicial, pero rescataron algunos elementos que con el paso del tiempo se fueron modificando hasta desvirtuar del todo lo sugerido.
Según Cristo, uno de los grandes focos de corrupción está en la financiación de las campañas y por eso la reforma inicial tenía controles exhaustivos, pero la de hoy no tiene ninguno. Agregó que la reforma incluía una organización electoral autónoma, pero que ahora sus integrantes serán de nuevo de los partidos.
“Como quedó ni cumple el Acuerdo ni combate la corrupción. Es mejor buscar más adelante una verdadera reforma y no unos cambios para favorecer a unos pocos en la actual coyuntura política”.
En la comisión primera del Senado, que le dio hace dos semanas tercer y penúltimo debate a la iniciativa, le colgaron dos orangutanes que, a juicio de los expertos consultados, resultan un remedio peor que la enfermedad: las coaliciones de partidos grandes para conformar listas para el Congreso y la posibilidad de permitir el transfuguismo nuevamente.
Desde hace varios meses Ungar anticipó lo que hoy ocurre en el Congreso y por eso respaldó la solicitud hecha por la MOE al ejecutivo. Añadió que a la reforma le fueron agregando cosas y quitando otras que eran fundamentales, pensadas en el corto plazo.
“Se está incumpliendo lo acordado en La Habana. La clase política tradicional no se quiere reformar. No es ideal hacer reformas políticas cerca de las elecciones, pero este era un momento extraordinario. El Consejo Nacional Electoral (CNE) quedaría más politizado de lo que tenemos hoy, porque serían elegidos por el Congreso y de nueve cinco serían del partido de Gobierno”.
Ungar precisó que con la idea del transfuguimo se volvería a la operación avispa de años atrás, con unos partidos desdibujados, atomizados. Se quitó el control de afiliados, para que los elegidos respondan. “Lo que hay es muy malo para el país. Se reproducen los privilegios y las malas prácticas políticas que tanto daño le han hecho a la democracia y que han llevado a los ciudadanos a perder la fe y la confianza en los partidos políticos”.
¿Priorizarán la JEP?
En términos de costo beneficio es más importante que el Gobierno haga un esfuerzo por salvar la JEP que la reforma política, pues según Jaime Carrión, docente de Partidos Políticos de la U. Nacional, ese proyecto no va a pasar.
“Fue un error presentar una reforma con elementos de terror para la clase política el año previo a elecciones. Las alianzas de Congreso al interior de todos los partidos dependían del voto preferente y la reforma intentó tocarlo. Adicionalmente, el Gobierno no explicó su alcance”.
Otra de las indicaciones que quedaron en el tintero fue la de pasar a un sistema de listas cerradas a partir de 2018, para fortalecer los partidos y disminuir los costos de las campañas, pero después hubo un acuerdo en que fueron a partir de 2022, y ahora quedarían a libre decisión del partido; es decir, como está hoy.
Según Nicolás Liendo, vicedecano de la Escuela de Política de la U. Sergio Arboleda, los tiempos de la reforma importan y hoy no parece coincidir el tipo de reforma que se necesita contra los arreglos de última hora de los partidos e intereses personales. “Necesitamos partidos más fuertes, mejor organización de todo el ejercicio electoral y, sobretodo, un ente sancionatorio contencioso, no partidista”.
Al respecto Pedro Jurado, director del pregrado de Ciencia Política de la U. de Medellín, afirmó que el proyecto de reforma morirá, no solo porque se ha desvirtuado la propuesta de tener una autoridad electoral fuerte, ha flaqueado el liderazgo del Gobierno, que se muestra delibilitado y que es un síntoma regular en el país cuando viene un cambio.
Yann Basset, director del Observatorio de Procesos Electorales de la U. del Rosario, dijo que lo mejor es archivarlo, aunque cree que de pronto salga adelante porque le conviene a un grupo de congresistas. “No se justifica usar el fast track para una reforma que no tiene nada que ver con el Acuerdo. El triunfo del No le quitó legitimidad para implementar una reforma tan de fondo, que se enfrentara los privilegios de los políticos”.
Si este viernes 30 de noviembre no hay luz verde, y a días de finalizar las inscripciones para el Congreso, le tocará al próximo Gobierno volver a construir una nueva propuesta de reforma política que no busque cambiar cosas para que todo siga igual... o peor