NO PODEMOS CONFIAR EN FACEBOOK PARA AUTORREGULARSE
Mientras el mundo contempla qué hacer con Facebook tras su papel en la intromisión electoral de Rusia, debe considerar esta historia. Los legisladores no deberían permitir que Facebook se autorregule. Porque no lo hará.
Facebook conoce su apariencia física, su ubicación, quiénes son sus amigos, sus intereses, si está en una relación con alguien o no, y qué otras páginas visita en la web. Estos datos permiten que los anunciantes se dirijan a más de mil millones de visitantes de Facebook al día. No es de extrañar que la compañía se haya disparado en tamaño a un gigante de USD 500 mil millones en los cinco años desde su salida a bolsa.
Mientras más datos tiene para ofrecer, más valor crea para anunciantes. Eso significa que no tiene incentivo para vigilar la recolección ni el uso de esos datos, excepto cuando la prensa negativa o los reguladores están involucrados. Facebook está libre para hacer casi lo que quiera con su información personal, y no tiene razón para poner salvaguardias en efecto.
Por unos años, la plataforma de desarrollo de Facebook alojó un próspero ecosistema de juegos sociales populares. ¿Recuerda la edad de Farmville y Candy Crush? La premisa era simple: los usuarios acordaron dar a los desarrolladores de juegos acceso a sus datos a cambio del uso gra- tuito de juegos adictivos.
Desafortunadamente para los usuarios de estos juegos, no había protecciones alrededor de los datos que eran pasados por medio de Facebook a desarrolladores externos. Una vez los datos iban al desarrollador de un juego, no había mucho que Facebook pudiera hacer sobre el mal uso, excepto llamar al desarrollador en cuestión y amenazar con quitarle su acceso.
Una vez los datos pasan de plataforma a desarrollados, Facebook no tiene cómo ver ni controlar los datos. En otros casos, desarrolladores pedían permiso para conseguir datos de usuarios que sus aplicaciones obviamente no necesitaban -como un juego social que pide acceso a todas sus fotos y mensajes. Las personas rara vez leen cuidadosamente las solicitudes de permisos, así que frecuentemente autorizan acceso a información delicada sin darse cuenta.
En una empresa que está profundamente preocupada por la protección de sus usuarios, esta situación se habría manejado con un gran esfuer- zo por detener a los desarrolladores que estaban haciendo un uso cuestionable de los datos. Pero cuando estaba en Facebook, la reacción típica que recuerdo era la siguiente: tratar de archivar cualquier cobertura de prensa negativa lo más rápido posible, sin ningún esfuerzo sincero por implementar protecciones o identificar y detener a los desarrolladores abusivos. Cuando propuse una auditoría más profunda del uso de los desarrolladores de los datos de Facebook, un ejecutivo me preguntó: “¿De verdad quieres ver lo que vas a encontrar?”
El mensaje era claro: la compañía sólo quería que las historias negativas desaparecieran. No le importaba realmente cómo se usaban los datos.
Cuando los rusos decidieron apuntar a los estadounidenses durante las elecciones de 2016, no compraron anuncios de televisión o periódicos, ni contrataron a un escritor de anuncios. Recurrieron a Facebook, donde su contenido alcanzó al menos a 126 millones de estadounidenses.
La jefa de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, dijo en una entrevista en octubre con Axios que una de las formas en que la compañía descubrió los anuncios propagandísticos rusos fue identificando que habían sido comprados en rublos. Dado lo fácil que fue esto, parece claro que el descubrimiento podría haber llegado mucho antes de lo que ocurrió, un año después de las elecciones.
Facebook tiene que ser regulado más estrictamente, o dividido para que ninguna entidad individual controle todos sus datos. La compañía no nos protegerá por sí misma, y nada menos que nuestra democracia está en juego
Los legisladores no deberían permitir que Facebook se autorregule. Porque no lo hará.