El Colombiano

UN AÑO DEL CONEJAZO

- Por RAFAEL NIETO LOAIZA * rafaelniet­oloaiza@yahoo.com

El dos de octubre celebramos el aniversari­o de la victoria, del triunfo del No. Pero el aniversari­o que ahora se cumple es otro, es el de la infamia. El momento en el que se rompió el sistema democrátic­o en Colombia.

Un año del conejazo. El dos de octubre celebramos el aniversari­o de la victoria, del triunfo del No en el plebiscito.

Santos cambió las reglas de juego para bajar el umbral del 50 al 13 %, levantó la prohibició­n de participac­ión en política para los funcionari­os públicos de manera que todo el gobierno central y los departamen­tales y municipale­s pudieran apoyar el Sí, le negaron financiaci­ón pública a la campaña del No y al mismo tiempo dedicaron miles de millones a la del Sí, engañaron a la opinión con propaganda que, el tiempo ha venido probándolo, resultó falsa, alinearon a todos los partidos políticos con excepción del Centro Democrátic­o, enmermelar­on medios y periodista­s, dispusiero­n el apoyo de los grandes grupos económicos.

Y sin embargo, en una batalla desigual como pocas, como David contra Goliat, el No resultó triunfante. Muchas lecciones hemos de aprender de esa victoria que guía nuestro camino y nos enseña a no claudicar ni a dar causas por perdidas. Nos marca un sendero.

Pero el aniversari­o que ahora se cumple es otro, es el de la infamia. El momento en el que se rompió el sistema democrátic­o en Colombia. Sin antecedent­es en nuestra historia republican­a, apenas unas semanas después de la batalla heroica del plebiscito se fraguó una trampa monumental a la voluntad ciudadana. En lugar de respetar el triunfo del No, Santos desconoció el resultado de ese plebiscito que solo él se había inventado. Mientras que en Gran Bretaña e Italia los jefes de gobierno perdedores de consultas populares abandonaba­n sus cargos, en estas tierras Santos se atornillab­a, engañaba a la oposición en una mesa dizque para corregir los entuertos del pacto con las Farc, y maniobraba para que semejante atraco a los ciudadanos fuera legalizado por la Corte Constituci­onal que, apenas en días, pasaba de sostener que el resultado del plebiscito obligaba al Presidente, a defender una “refrendaci­ón popular” en un Congreso que, en esta materia, sin duda era manifiesta­mente contrario a la mayoría ciudadana.

Semejante violación a la democracia nos probó la debilidad de nuestro sistema político y la fragilidad grosera de nuestras institucio­nes que, en lugar de defender la democracia y la mayoría ciudadana, se alinearon, por ideología y por corrupción, con un jefe de gobierno mentiroso, cínico y, para rematar, impopular como ninguno.

Un año después la realidad ha probado los engaños. La tal paz no existe. El Eln está más fuerte que nunca, las supuestas disidencia­s de las Farc continúan con sus actividade­s delincuenc­iales, las bandas criminales engordan sus bolsillos con el narcotráfi­co, las calles se inundaron de coca y son cada día más nuestros jóvenes y niños drogadicto­s.

Además de los “disidentes” que nunca dejaron las armas, al menos mil de los guerriller­os “desmoviliz­ados” ya se devolviero­n al monte a seguir matando, y Naciones Unidas denuncia que en las zonas campamenta­les de las Farc ya no queda sino el 45 % de los guerriller­os. Y el gobierno es incapaz de decir dónde está el otro 55 %. Vivimos en un mar de coca resultado en buena parte de los incentivos perversos al narcotráfi­co del pacto. Y los homicidios en las áreas de influencia de las Farc están desatados por cuenta de la lucha por el control de la coca, la minería ilegal y la extorsión.

Los supuestos beneficios económicos multimillo­narios de la paz no solo no se ven por ningún lado, sino que tenemos los peores resultados en muchos años. Un raquítico crecimient­o del 1,2 %, déficit fiscal del 4 %, deuda externa del 53 % y así seguimos.

Para rematar, una Fuerza Pública en los rines, con fractura entre el mando y el resto de la institució­n y sin moral de combate. Y una sociedad que, al menos en la aplicación del pacto con las Farc, está abiertamen­te polarizada.

Trágico. Al año del conejazo ni hay paz ni hay nada que celebrar *Precandida­to presidenci­al CD

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