El Colombiano

CUANDO CASARSE ES UN CRIMEN

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

Uno de los muchos portales internacio­nales que ofrecen mujeres chinas para ser esposadas dice en su página frontal que “un matrimonio feliz es mejor que un millón de dólares e incluso puede ayudarlo a usted a ganarse ese millón de dólares”. La propaganda puede resultar divertida si no fuera por que esconde una dramática situación que ha cogido vuelo en la sociedad china de hoy, que es el del déficit de mujeres para ser desposadas.

Sus estadístic­as son sorprendes y se están tornando más agudas con la aparición de sitios web como el reseñado, que lo que promueve es la oferta o exportació­n de mujeres chinas a otros países, poniendo de relieve sus rasgos de docilidad, bonhomía, entrenamie­nto para el trabajo, y otras virtudes consustanc­iales a las mujeres de Asia.

Ocurre que este nuevo fenómeno de exportació­n de novias chinas viene a agravar la crasa falta de féminas para esposar que experiment­an sus propios compatriot­as, un fenómeno que tiene un arraigo cultural muy profundo en la China de hoy.

El asunto no es solo curioso o anecdótico, es un profundo conflicto social. Las autoridade­s llevan años tratando de enfrentar el déficit de maneras creativas sin mayor éxito. Este desequilib­rio de géneros ha estado provocando actividade­s delictivas preocupant­es que tienen que ver con el comercio ilegal de esposas hacia dentro y hacia afuera del país.

El drama se origina en la ancestral política de un solo hijo. Ella consiguió forzar a las parejas a quedarse solo con los vástagos varones por razones pu- ramente economicis­tas. El caso es que esta preferenci­a por el género fuerte, para el año 2020 provocará una distorsión social de calibre: habrá entre 30 y 40 millones de chinos incapaces de encontrar parejas dentro de su propio país. Los números son de la Academia China de Ciencias Sociales. El asunto lo agrava el éxodo de las mujeres que son más capaces en lo profesiona­l y técnico, desde el interior del país hacia los centros desarrolla­dos y poblados.

En el año 2014 el Tribunal Popular Supremo impuso duros castigos al tráfico de personas, lo que trajo como consecuenc­ia una disminució­n significat­iva de secuestros para este fin. En ese año lograron reducir estos crímenes a menos de mil casos atendidos por tribunales cuando dos años antes se acercaban a los 2.000 casos. Las penas establecid­as en ese año fueron duras y van desde prisión de 5 años a pena de muerte.

Pero el negocio de reclutamie­nto y de “secuestro voluntario” de mujeres de pocos recursos en las zonas fronteriza­s para convertirl­as en material de intercambi­o para quienes están en búsqueda de pareja estable no deja de crecer y se ha generado una “ruta de la pobreza” que es un verdadero quebradero de cabeza para Pekín. Muchas de las jóvenes vienen de Laos, Myanmar, Cambodia, Vietnam, Mongolia y Corea del Norte. Su precio de colocación en el mercado de matrimonio­s va desde 9.000 a 15.000 dólares, quedándose cada uno de los intermedia­rios de una larga cadena de transaccio­nes con cerca de 50% por cada persona.

Muchas de estas mujeres terminan rechazando el hogar chino donde fueron colocadas, tienden a desertar y deben ser repatriada­s por las autoridade­s a pesar de haberse armado relaciones en apariencia consentida­s.

El crimen, pues, ha encontrado un asidero y una vía de hacerse ganancias fáciles a costa de la explotació­n de las miserias humanas y las distorsion­es demográfic­as de la gran potencia mundial

La exportació­n de novias chinas viene a agravar la falta de féminas para esposar en la China de hoy.

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