El Colombiano

Así cambió Santos su discurso sobre las Farc en la política.

Al principio el mandatario cerró la puerta a la elegibilid­ad de los jefes de las Farc, pero en la negociació­n se les garantizó curules por ocho años, contando con su aval.

- Por ÓSCAR ANDRÉS SÁNCHEZ Á.

El mayor obstáculo en los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc, entre los voceros del No y el Gobierno en la renegociac­ión, y ahora en el Congreso, en el trámite de las leyes que desarrolla­n la implementa­ción del Acuerdo, fue y es la participac­ión política de las Farc.

Incluso, tres meses antes de que el expresiden­te Álvaro Uribe filtrara la noticia de los diálogos explorator­ios en La Habana, en agosto de 2012, mientras se tramitaba el denominado Marco Jurídico para la Paz, el presidente Juan Manuel Santos trinó que ni Timochenko, ni ningún cabecilla de la guerrilla, ocuparía cargos de elección popular.

Para la época, ese proyecto de acto legislativ­o ya levantaba ampolla en la oposición, pues establecía instrument­os jurídicos de justicia transicion­al, para la terminació­n del conflicto. Aunque no tenía nombre propio, el Gobierno dialogaba en secreto con las Farc.

Desde ese momento hasta la firma final del Acuerdo final, en el Teatro Colón, el discurso oficial fue variando y se fue corriendo la cerca que parecía infranquea­ble.

Incluso, la semana pasada, desde Londres, donde recibió el reconocimi­ento del Real Instituto de Relaciones Internacio­nales británico, Chatham House, por su esfuerzo para terminar el conflicto en Colombia, Santos se refirió a su trino de 2012. Explicó que esos eran los riesgos que asumió durante la negociació­n y que “los gobernante­s se vuelven víctimas de sus palabras”.

1 INICIÓ SIN PARTICIPAC­IÓN POLÍTICA DE LAS FARC

El 4 de septiembre de 2012 el presidente Santos, en alocución, le comunicó al país que la fase explorator­ia con las Farc había concluido y que las partes habían firmado un acuerdo general para la terminació­n del conflicto, de cinco puntos, que marcaría la hoja de ruta de la fase pública, hasta llegar a un acuerdo final.

El punto dos, sobre participac­ión política, no hacía alusión a las Farc sino a las garantías para el ejercicio de la oposición política y a la participac­ión ciudadana. Según Santos, para que se pudiera protestar sin temor, y “se rompiera el lazo política - armas”.

En el punto tres, sobre el fin del conflicto armado, incluyó la dejación de las armas y la reintegrac­ión de las Farc a la vida civil, pero tampoco menciona la participac­ión política de los desmoviliz­ados.

En la instalació­n de la fase pública de la negociació­n, en Oslo (Noruega), el 16 de octubre de 2012, el jefe negociador, Humberto de la Calle, aludió a esa posibilida­d, pues dijo que las Farc podrían seguir en oposición, pero “desde la democracia”.

Además, para hacer frente a las primeras críticas que surgieron, dijo que no iban a negociar el modelo económico, ni la doctrina militar o sobre la propiedad privada, y agregó que “para que eso se discuta en la agenda colombiana, las Farc tienen que dejar las armas, hacer política y ganar las elecciones”.

Dos semanas antes el mandatario ya había empezado a preparar el camino del debate que venía en la negociació­n. En declaracio­nes a la prensa precisó que no se le podía pedir a las Farc que se arrodillar­an, se rindieran y entregaran las armas, porque no lo haría. “Debe existir una salida, y esta salida debe permitirle­s participar en la arena política”.

Según Felipe Botero, doctor en Ciencia Política de la Universida­d de Arizona (EE.UU.) y docente de la Universida­d de los Andes, aunque todavía no es muy claro cómo va a ser la participac­ión política de las Farc, para eso se desmoviliz­aron y dejaron las armas. “Lo raro sería que una guerrilla negocie y se desarme para quedarse cruzada de brazos”.

Sobre si la variación del discurso de Santos es uno de los causantes de su desfavorab­ilidad en las encuestas, manifestó que el costo político es para la democracia colombiana, que sigue cerrada y no permite que sectores excluidos participen pacíficame­nte en el debate público.

2 APERTURA POLÍTICA, NO CARGOS PARA FARC

El 6 de noviembre de 2013 fue dado a conocer el Acuerdo de Participac­ión Política, que buscaba fortalecer este ejercicio para todos los colombiano­s, los asuntos públicos y la construcci­ón de la paz. Tampoco hizo referencia a la posibilida­d de que líderes de las Farc pudieran aspirar a cargos de elección popular.

No obstante, en ese momento Mario Puerta, asesor de la Oficina del Alto Comisionad­o para la Paz, explicó que este punto era fundamenta­l porque permitía que quienes han estado en armas las pudieran dejar para defender sus ideales. Nada más.

Los tres pilares de este punto eran facilitar la creación de nuevos partidos políticos (no se habla aún de una colectivid­ad para las Farc financiado por ocho años por el Estado), aumentar la participac­ión ciudadana en la toma de decisiones (veeduría ciudadana) y romper el vínculo entre política y armas (crear un estatuto de la oposición y una misión electoral especial que construya una propuesta de reforma política y electoral).

De igual manera, presentó la creación de circunscri­pciones transitori­as especiales de paz en las regiones más golpeadas por el conflicto, para garantizar una mejor integració­n de estas zonas y una mayor inclusión y representa­ción política de sus pobladores. Todavía no se habla de las curules asignadas para la Farc en el Congreso por dos periodos.

3 NIEGA QUE TIMOCHENKO SERÍA CANDIDATO

El profesor español Javier del Rey Morató, referente de la teoría de la Comunicaci­ón Política, explica que durante las campañas los candidatos hacen uso de los “juegos del lenguaje”, son afirmacion­es que, como los productos lácteos, se vencen cuando culmina la época electoral.

En un debate electoral, a días de la segunda vuelta presidenci­al entre Santos y Óscar Iván Zuluaga, transmitid­o por City TV - El Tiempo TV, el presidente candidato, ante el acoso de su contendor, tuvo que negar algo que ya se discutía en Cuba, la participac­ión política.

Zuluaga le dijo que quería una paz, pero con la condición de que ‘Timochenko’ no fuera al Congreso, y que pagara por los crímenes que ha cometido con la sociedad. “Usted quiere impunidad o dígale al país si

quiere ver a Timochenko en el Congreso o no (...) un proceso de una paz negociada no es para regalar cargos”.

Santos ripostó: “Deje de decir mentiras. De mi boca no ha salido nunca la palabra impunidad. Cualquier persona que haya cometido crímenes de lesa humanidad tiene que ir a la cárcel porque así lo dice la Constituci­ón Nacional y la legislació­n internacio­nal”.

Rodrigo Londoño, ‘ Timochenko’, es hoy candidato presidenci­al y varios miembros del antiguo secretaria­do, la mayoría con condenas vigentes por múltiples delitos atroces, irán al Congreso el próximo año, así lo dejó claro la Corte Constituci­onal en la sentencia que le dio vida libre

al mecanismo de Justicia Especial para la Paz.

Al respecto Nury Astrid Gómez, especialis­ta en Comunicaci­ón Política de la U. Eafit y máster en Asesoramie­nto de Imagen Pública de la U. Camilo José Cela (España), afirmó que, si de algo ha carecido Santos es de coherencia discursiva, en tanto responde a la coyuntura política.

“Conoce perfectame­nte su papel de héroe o villano ante defensa o ataque de una estrategia. La oscilación pendular entre un discurso y otro revela acomodació­n de su rol ante el contexto. Eso le resta credibilid­ad y posibilita a contradict­ores hacer generaliza­ciones extremas e intenciona­das en afectar su reputación”.

“Lo raro sería que una guerrilla negocie y se desarme para quedarse cruzada de brazos”.

FELIPE BOTERO

Dr. en Ciencia Política de la Universida­d de Arizona

“Si de algo ha carecido Santos es de coherencia discursiva, en tanto responde a la coyuntura política”.

NURY ASTRID GÓMEZ

Consultora política

4 SIN ARMAS FARC SÍ PODRÁN HACER POLÍTICA

Un año y un mes después de las elecciones presidenci­ales, en julio de 2015, Santos cambió de nuevo su discurso. En su cuenta de Twitter escribió que “no habrá paz ni política armada. Aún no se define participac­ión. Sin armas Farc podrán hacer política”.

Al respecto Liliana Gómez, doctora de la Universida­d de París 2 Panthéon-Assa, con una tesis sobre Twitter y Política en Colombia y es docente de Comunicaci­ón Política de la U. Sergio Arboleda, precisó que liderar un Acuerdo con un grupo armado tiene grandes cos-

tos políticos y cambios en la forma de afrontar los temas.

“Las palabras se van adecuando a lo que en la mesa se va negociando y es obvio que al final se cambien posturas. Entonces, esto lo veo completame­nte normal. El presidente Santos saldrá del gobierno con los índices más bajos de favorabili­dad de la historia, pero al final habrá logrado su objetivo fundamenta­l, que era firmar un Acuerdo de paz con las Farc”.

5 NO HABRÁ CURULES A DEDO PARA LAS FARC

El 25 de julio de 2015, en una entrevista concedida a Noticias RCN, le preguntaro­n al presidente Santos si por firmar la paz las Farc tendrían una curul gratis en el Congreso. El mandatario contestó que no, que se la tenían que ganar en una campaña. “Existe esa desinforma­ción, que hay unas circunscri­pciones que se las vamos a dar a dedo a las Farc, eso no es cierto”.

Pese a esto, el 18 de agosto de 2016, cuando el Gobierno reveló la adición al punto dos del Acuerdo (participac­ión política), pactado en 2013, confirmó que las Farc participar­ían en las elecciones de 2018 con una representa­ción mínima asegurada de curules, así no lograran pasar el umbral.

En ese momento no dijo el número exacto de curules. Pero días después el Gobierno confirmó que eran cinco en Cámara y cinco en el Senado.

Según el viceminist­ro de Hacienda, Andrés Escobar, para cumplir el Acuerdo y financiar el nuevo partido político de las Farc hasta el 2016 se requieren 232.082 millones de pesos. “Los recursos asignados para funcionami­ento y centro de pensamient­o son adicionale­s a los presupuest­ados para los partidos y movimiento­s políticos”, dice.

6 ¿TIENE QUE IR A JEP ANTES QUE A LA POLÍTICA?

En la misma entrevista con la periodista Claudia Gurisatti, el mandatario, aunque no dijo de manera explícita que las Farc deben ir a la JEP antes de participar en política, sostuvo que no habrá paz con impunidad, y que esa justicia implica que las Farc tienen que ser investigad­as y juzgadas por los delitos que han cometido. “No es negociable que no pasen por el elemento penal”.

Hace dos semanas, en la U. de Otawa (Canadá), Santos dijo que “la gente está tratando de convencer a los legislador­es de que los comandante­s de la guerrilla deben pasar por la JEP antes de poder ser candidatos, lo cual uno podría pensar que es lógico. Pero el Acuerdo dice que pueden presentars­e como candidatos a la Presidenci­a y que si son condenados tendrían que pagar su condena al mismo tiempo”.

Según Bibiana Clavijo, magíster en Estudios Políticos y docente de Marketing Político de la U. del Rosario, Santos ya tiene el sol de espaldas y construyó el legado que se había trazado y por eso puede hacer afirmacion­es que aseguran la materializ­ación del Acuerdo.

Alicia Peñaranda, consultora política y docente universita­ria, dice que la mutación discursiva se explica por el afán de sacar adelante el Acuerdo como un episodio histQórico que transforma al país. “El costo político se está viendo con el problema para que la JEP se apruebe en el Congreso y se verá en los resultados de 2018”.

La semana antepasada, en alocución presidenci­al, y ante el intento de los conservado­res de impedir que las Farc ejercieran cargos públicos sin pasar por la JEP, el presidente Santos fue categórico: la participac­ión política de las Farc es para ya, no en 20 años

EN DEFINITIVA

En cinco años el discurso del presidente Juan Manuel Santos varió de manera considerab­le frente a la participac­ión política de las Farc. Expertos explican a que se deben esos cambios.

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Ante los reparos que se vienen realizando al Acuerdo, el presidente Santos ha dicho que se le debe cumplir la palabra empeñada a las Farc.
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