Leidy Solís: 16 años de esfuerzos para ser campeona mundial
En los últimos doce años, de los 16 que lleva de pesista, buscó la consagración. En Anaheim, lo logró: es campeona mundial.
En dos tiempos, es decir en la cargada y alzada de la barra, Leidy Yessenia Solís
Arboleda se proclamó campeona mundial. Necesitó una paciente espera de 16 años para lograrlo, doce de los últimos desde que empezó su incursión en torneos internacionales en 2005.
La fotografía de su hijo Alan Matías, hoy de 6 años de edad, y la fuerza que en la distancia pusieron Nubia -su tía-, José y William -hermanos, ya retirados- y Juan Felipe -primo, el más joven, 18 años-, quienes integran la dinastía Solís, pesistas como ella, la empujaron a cumplir una sensacional actuación en la tarima de Anaheim, California, donde se disputa el Campeonato Mundial de mayores.
“Fuerza espiritual, energía positiva y el impulso que me brinda el Señor”.
En esos tres soportes radica el éxito de esta tulueña de 27 años, a quien la vida le ha jugado buenas y malas pasadas. Ella, como lo afirma Nubia, ha sabido superar todos los momentos y ha esperado resultados con paciencia.
Solo dos buenas alzadas
Desde 2005, cuando compitió en su primer Mundial, esa vez de la categoría júnior, en Qatar, donde fue quinta con un ejercicio de 92 kilos en la arrancada y 117 en el envión, para un total de 209, comenzó a demostrar que tenía condiciones, fuerza de brazos y piernas y disciplina, no obstante su edad: 14 años.
Los pensamientos de Dios siempre están en su diario hablar. Ella se califica temerosa de Él, a quien define como su gran fuerza.
Y aunque no superó su mejor marca personal en la división de los 69 kilogramos, vigente desde 2015 en los Juegos Panamericanos celebrados en Toronto, Canadá, donde levantó 111-145-256, la perfección de solo dos movimientos -falló los cuatro restantes-, en Anaheim, fueron suficientes para coronar su máxima conquista deportiva después de la medalla de plata ganada en Pekín-2008 (105-135-240). Hoy es campeona mundial.
“El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso”. Así dice el salmo 91, su preferido y que, al igual que en otras ocasiones, no le faltó en esta ocasión.
Siempre ha esperado
Vital, igualmente, para brindarle la paciencia que ha tenido que cosechar, en especial en momentos difíciles.
Esperar, por ejemplo, 7 años para que el Comité Olímpico Internacional le otorgara la presea de bronce, y luego la de plata, gracias al castigo que la entidad rectora del deporte olímpico le aplicara a las pesistas chinas y ucranianas que habían dominado los primeros cajones de los 69 kg en esas justas y a quienes se les comprobó haber usado sustancias prohibidas.
O, incluso, para soportar dos largos años -con días enteros de llanto- las críticas y señalamientos de quienes la tildaron de irresponsable por haberse embarazado en pleno ciclo olímpico cuando era carta del país para Londres-2012.
Y hasta mucha paciencia, quizás la más dolorosa, para salir adelante de un accidente casero que, por poco la saca definitivamente del deporte como, en su momento, le sentenciaron los médicos que la atendieron luego de que explotara un ventanal de su casa y los vidrios se le incrustaran en el brazo izquierdo, dejándole heridas de consideración.
La fuerza de Leidy, empero, la ha llevado a doce campeonatos mundiales, cinco de ellos de mayores en los que la mejor posición, hasta antes de ser reina, había sido quinta (2009, 2010 y 2014).
“Me crié en una familia cristiana, estudio la Biblia, me llena de energía para afrontar todas las instancias de la vida y el deporte. El orar y encomendarme a Él es un ritual que me permite confiar en que me irá bien”.
Y, finalmente, el título, con dos medallas -una de plata en el envión y una de oro en el total) valió la espera. Y así lo expresa al advertir que se siente privilegiada de todo lo que he hecho. Con trabajo y dedicación consiguió ser la reina de los 69 kilogramos