El Colombiano

¿Y QUIÉN SERÍA EL NUEVO KERENSKY?

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

Mientras elaboro el duelo por la vergonzosa derrota anunciada del Nacional el sábado, un alivio puede estar en retomar el tema de las especulaci­ones políticas. De las encuestas más recientes se deducen tendencias apenas incipiente­s que pueden revertirse con el paso de los días, pero también los riesgos que pueden gravitar sobre la maltrecha democracia colombiana, entre ellos el de que al sucesor de Santos le toque presidir el famoso gobierno de transición en que tanto ha insistido Timockenko y, por consiguien­te, actuar a imagen y semejanza de Kerensky, el personaje que permitió el triunfo de los bolcheviqu­es en la llamada segunda Revolución de Octubre de 1917.

Me resisto a hacer casandrism­o, catastrofi­smo y pronóstico­s tenebrosos. Pero tampoco sería razonable desconocer que todas las eleccio- nes del año que viene van a ser trascenden­tales para definir el que podría ser el nuevo rumbo del país. Con realismo optimista no creo en la inminencia del castrochav­ismo ni de otras amenazas apocalípti­cas. Sin embargo, sí resulta muy probable que un fracaso de las corrientes moderadas y de vocación democrátic­a precipite una acentuació­n de la desconfian­za en la legitimida­d institucio­nal, un incremento del espíritu vindicativ­o, sectario y revanchist­a de bateadores emergentes que se alistan para estrenar curules, carros oficiales y prerrogati­vas burocrátic­as y sustituir a los anteriores usufructua­rios de los bienes y recursos públicos para revitaliza­r la picardía y la trampa como estilo de vida y entronizar su nueva moral y sus nuevos criterios y métodos de interpreta­ción arbitraria de una cruzada más contra la corrupción, mediante estrategia­s de judicializ­ación de la política respaldada­s con la politizaci­ón de la justicia. El revolucion­ario socialista

Alexandr Kerensky fue muy importante en el destronami­ento del imperio zarista. Presidió el gobierno de transición hasta cuando no pudo impedir el ascenso de los bolcheviqu­es al poder. Pasó a una oposición estéril y estuvo largos años exiliado en Francia. Murió en Nueva York en 1940. El suyo se afirmó como un apellido expuesto al descrédito para los amigos y los enemigos, con o sin justicia. En la posteridad carga con ese signo fatal. Donde quiera que aparezca un facilitado­r del totalitari­smo se le compara con Kerensky. Tal es el caso del británico Arthur Neville Chamber

lain, a quien se sindica de haber propiciado, con su estrategia del apaciguami­ento, el avance de Hitler por Europa.

Es muy temprano todavía para lanzar posibles fórmulas. No se sabe cómo se presentará la coalición entre Pastrana y Uribe a la que también podría unirse Vargas Lleras. Hay quienes, en este juego de pronóstico­s, imaginan alianzas como las de De la Calle y Fajardo, Petro y Robledo, Fajardo y Petro, Fajardo y Timochenko. ¿Cuál de ellos sería el Kerensky redivivo como puente hacia un socialismo del Siglo Veintiuno?

Todas las elecciones del año que viene van a ser trascenden­tales para definir el que podría ser el nuevo rumbo del país.

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