¿Y QUIÉN SERÍA EL NUEVO KERENSKY?
Mientras elaboro el duelo por la vergonzosa derrota anunciada del Nacional el sábado, un alivio puede estar en retomar el tema de las especulaciones políticas. De las encuestas más recientes se deducen tendencias apenas incipientes que pueden revertirse con el paso de los días, pero también los riesgos que pueden gravitar sobre la maltrecha democracia colombiana, entre ellos el de que al sucesor de Santos le toque presidir el famoso gobierno de transición en que tanto ha insistido Timockenko y, por consiguiente, actuar a imagen y semejanza de Kerensky, el personaje que permitió el triunfo de los bolcheviques en la llamada segunda Revolución de Octubre de 1917.
Me resisto a hacer casandrismo, catastrofismo y pronósticos tenebrosos. Pero tampoco sería razonable desconocer que todas las eleccio- nes del año que viene van a ser trascendentales para definir el que podría ser el nuevo rumbo del país. Con realismo optimista no creo en la inminencia del castrochavismo ni de otras amenazas apocalípticas. Sin embargo, sí resulta muy probable que un fracaso de las corrientes moderadas y de vocación democrática precipite una acentuación de la desconfianza en la legitimidad institucional, un incremento del espíritu vindicativo, sectario y revanchista de bateadores emergentes que se alistan para estrenar curules, carros oficiales y prerrogativas burocráticas y sustituir a los anteriores usufructuarios de los bienes y recursos públicos para revitalizar la picardía y la trampa como estilo de vida y entronizar su nueva moral y sus nuevos criterios y métodos de interpretación arbitraria de una cruzada más contra la corrupción, mediante estrategias de judicialización de la política respaldadas con la politización de la justicia. El revolucionario socialista
Alexandr Kerensky fue muy importante en el destronamiento del imperio zarista. Presidió el gobierno de transición hasta cuando no pudo impedir el ascenso de los bolcheviques al poder. Pasó a una oposición estéril y estuvo largos años exiliado en Francia. Murió en Nueva York en 1940. El suyo se afirmó como un apellido expuesto al descrédito para los amigos y los enemigos, con o sin justicia. En la posteridad carga con ese signo fatal. Donde quiera que aparezca un facilitador del totalitarismo se le compara con Kerensky. Tal es el caso del británico Arthur Neville Chamber
lain, a quien se sindica de haber propiciado, con su estrategia del apaciguamiento, el avance de Hitler por Europa.
Es muy temprano todavía para lanzar posibles fórmulas. No se sabe cómo se presentará la coalición entre Pastrana y Uribe a la que también podría unirse Vargas Lleras. Hay quienes, en este juego de pronósticos, imaginan alianzas como las de De la Calle y Fajardo, Petro y Robledo, Fajardo y Petro, Fajardo y Timochenko. ¿Cuál de ellos sería el Kerensky redivivo como puente hacia un socialismo del Siglo Veintiuno?
Todas las elecciones del año que viene van a ser trascendentales para definir el que podría ser el nuevo rumbo del país.