Salario mínimo regional no está en la mesa, pero...
Ni estando del mismo lado, los negociadores llegan a un consenso. El salario mínimo regional genera polémica.
Los negociadores que acordarán el salario mínimo de 2018 no tiene en cuenta la propuesta de fijar una remuneración ajustada a la informalidad laboral de las regiones. No obstante, la idea plasmada en un documento del Banco de la República genera controversia. Aprovechando los datos de inflación anualizado y la cifra de productividad laboral, EL COLOMBIANO calculó un mínimo para cada ciudad.
Entre hoy y mañana los empresarios y los trabajadores colombianos tienen previsto mantener el diálogo en procura de definir el aumento del salario mínimo para el 2018.
Los encuentros de la semana anterior dejaron claro que no hay unidad de criterio y que las aspiraciones y ofertas están alejadas. Mientras las centrales obreras plantearon ajustes entre 10 % y 12 %, el sector privado apostó por un incremento entre el 4,5 % y el 4,7 %.
Para el miércoles está convocada la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, y el cronograma pactado señala que el próximo viernes, 15 de diciembre, vence la primera etapa de las negociaciones. Y el plazo máximo legal para que el Gobierno expida el decreto fijando el incremento del salario mínimo es el 30 de diciembre.
Por fuera de la mesa
No obstante, una alternativa que sigue en la mira de los analistas económicos tiene que ver con la posibilidad de establecer un salario mínimo diferencial por regiones, planteada en el documento “Borradores de economía 1023”, del Banco de la República, elaborado por Luis Arango y Luz Flórez.
La iniciativa señala que las ciudades más productivas tengan un salario mínimo superior al de otras de baja productividad, lo que permitiría un balance entre productividad laboral y la remuneración de los trabajadores.
Igualmente, recomienda el aprovechamiento de los indicadores de informalidad laboral de cada ciudad para crear cuatro grupos (por nivel de infor-
malidad: baja, media, alta y muy alta), como elemento clave para fijar el salario mínimo.
Jesús Botero García, investigador del Departamento de Economía y Finanzas de Eafit, explica que el modelo de Arango y Flórez conllevaría a que el ajuste sea inferior al Índice de Precios al Consumidor (IPC) o inflación para las ciudades con mayor informalidad laboral.
“No parece posible que en Colombia la Corte Constitucional acepte un aumento del salario que sea inferior a la inflación”. Por otra parte, agrega, “lo complejo de administrar un sistema diferencial, lo hace altamente inconveniente: ¿cuál sería, de los cuatro salarios, el que serviría como referente a las pensiones?, ¿cómo administrarían las empresas con cobertura nacional esos diferenciales?”. Desde Anif, su presidente
Sergio Clavijo, menciona que el país aplica la “fórmula universal” para ajustar el salario mínimo, que equivale a la suma del IPC anualizado y la productividad laboral.
Con los supuestos de que esa fórmula sirviera para definir un salario mínimo regional y que la productividad laboral es igual en todo el país, EL COLOMBIANO elaboró las proyecciones de una remuneración por ciudades (ver gráfico y Opinión). En la simulación, partiendo del actual salario de 737.717 pesos, Manizales observaría el mayor aumento y Riohacha el más bajo