LAS SUPUESTAS CURULES PARA LAS VÍCTIMAS: ENGAÑO E INMUNDICIA
La semana anterior señalé algunas mentiras que este gobierno y sus secuaces repiten para que aceptemos el pacto de apaciguamiento extorsivo entre un grupo terrorista y un vanidoso patológico. Por razones de espacio no mencioné el tema de las víctimas, pero en esta columna quiero plantear algunas cosas.
Los auxiliadores del acuerdo perverso, el gobierno y sus representantes, varios de ellos ahora aspirantes a la presidencia, se han llenado la boca diciendo que este acuerdo “puso a las víctimas en el centro de la negociación”, y es cierto, las pusieron en el centro para burlarse de ellas en un rango de 360 grados.
Esta pantomima para intentar perfumar una inmundicia empezó cuando un “académico”, de cuyo nombre no quiero acordarme, seleccionó cuidado- samente grupos de víctimas para ir a besarle los pies en la isla cárcel del caribe a los victimarios, y dijeran que las víctimas y sus familias no querían que la ley aplicara justicia sino que los terroristas pidieran perdón y que con eso era suficiente. ¿Por qué no llamaron a Herbin
Hoyos para escoger a las víctimas, quién lleva años arriesgando su vida oyendo y ayudando a las familias de secuestrados?
La farsa coronó su desfachatez en el acuerdo de impunipaz cuando el gobierno y sus auxiliadores aceptaron cobardemente que las víctimas no eran el resultado de una infame agresión de un grupo criminal a los ciudadanos de un país, sino el daño colateral de la “guerra de dos bandos”, y que los victimarios no sean quienes reparen finalmente a las víctimas, porque ellos solo tienen trapeadoras y escobas para barrer, sino a cuenta del presupuesto nacional que pagamos todos, incluidas las víctimas directas. Y si esto no fuese suficiente humillación, se inventaron el cuento de las curules en el Congreso, supuestamente “para las víctimas”, que “temporalmente” fueron negadas hasta que el gobierno se invente otra trampa para violar la constitución.
El mecanismo diseñado para darles puestos en el Congreso “a las víctimas” es una mentira descomunal para asegurarles el control político de las zonas cocaleras y de los corredores logísticos a una organización delictiva. Solo miren un mapa de las circunscripciones especiales y las zonas de cultivo de coca para que lo comprueben.
A las víctimas de lo que ha sucedido en Colombia, como de los otros males y falencias del país, no se les repara con congresistas. Eso es una patraña. El Congreso es el representante de la rama legislativa y las víctimas lo que necesitan principalmente es que la rama judicial cumpla con su papel castigando a los terroristas y violadores, y que la rama ejecutiva diseñe programas, con plata de los victimarios, que restituyan en lo posible el dolor y los daños que han sufrido. Las víctimas no necesitan congresistas, eso es una farsa. El Congreso de Colombia es una representación regional y no un museo temático de dolencias específicas.
¿Cuántos Caballos de Troya nos vamos a dejar meter?