El Colombiano

Una alerta por la historia de la ciudad

Los edificios de carácter patrimonia­l de Medellín se están perdiendo entre el olvido, el deterioro y el mal uso. ¿De quién es la responsabi­lidad?

- Por VALENTINA HERRERA CARDONA

En la calle Boyacá (51), antigua calle Real, entre las carreras Carabobo (49) y Bolívar (51), se erige alrededor de comercio, carros y edificios de diferentes diseños, uno muy particular: su fachada en ladrillo es rematada en la parte superior con tres cabezas.

Se trata del edificio Víctor, declarado bien patrimonia­l en 1991 y que en su interior resguardó a la RCA Víctor, la famosa prensadora de vinilos, y a la Editorial Bedout.

Unas calles más al oriente, en la carrera 50, El Palacé y El Constaín, dos edificios que parecen uno solo, resisten ante el atiborrado comercio que invade las calles aledañas y sus fachadas y que terminó por ocultar las placas institucio­nales que indican su importanci­a como bien patrimonia­l.

Estos referentes históricos son sólo tres de las más de 400 edificacio­nes declaradas como Bienes de Interés Cultural (BIC) en Medellín. La mayoría de ellas están ubicadas en La Candelaria, comuna 10.

Algunas, como el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, la Casa Barrientos y la Estación Medellín del Ferrocarri­l de Antioquia, han logrado permanecer en el tiempo y conservar elementos de la estructura original. Otros como el Palacio Arzobispal, el Teatro Junín, el Circo España, no tuvieron la misma fortuna y solo quedaron plasmados en fotografía­s.

Muchos edificios de los que aún sobreviven no se encuentran en su mejor momento: el deterioro causado por el olvido y poco o mal manejo, según los requerimie­ntos, ha pasado factura.

Una política joven de conservaci­ón y restauraci­ón patrimonia­l, la falta de una estrategia conjunta de trabajo entre lo público y privado y los altos costos que requiere la conservaci­ón de un bien patrimonia­l, son algunas de las razones del problema.

¿Quién responde?

Mónica Pabón, directora de la Fundación Patrimonio para el Desarrollo, asegura que el principal responsabl­e es la institucio­nalidad, que al declarar un bien como patrimonio, se está comprometi­endo en cuidarlo y velar por su apropiació­n.

Sin embargo, “es una responsabi­lidad compartida. Hay otros actores que pueden in- fluir significat­ivamente y uno de ellos es la academia: es muy importante toda la investigac­ión que se genere y que plantee al patrimonio como una utilidad para la ciudad, según las nuevas necesidade­s que exige la sociedad”, agregó.

Para ella, no proteger estos bienes sería perder elementos de articulaci­ón que le permitan a una comunidad identifica­rse desde su historia y manifestac­ión cultural.

En Medellín, una de las dependenci­as institucio­nales que interviene en el proceso de cuidado y mantenimie­nto de los BIC es la Unidad de Memoria y Patrimonio de la Secretaría de Cultura.

Claudia Vásquez, líder de Patrimonio y del Archivo Histórico de la ciudad, comentó que la tarea se centra en la creación de diversas estrategia­s de valoración y apropiació­n del patrimonio, entre ellas, de las edificacio­nes con declarator­ia.

“Respecto de los BIC, se interviene­n solo aquellos que son propiedad de la Administra­ción Municipal”, explicó.

El Teatro Lido, las casas Gardeliana y Barrientos, el aeropuerto Olaya Herrera, los edificios Vásquez y Carré, el Archivo Histórico de Medellín, el Museo de Antioquia, la Casa del Patrimonio y la Casa del Alcalde, así

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