El Colombiano

EN MI FLOR ME HE ESCONDIDO

- Por JUAN JOSÉ HOYOS juanjhoyos@gmail.com

Desde que salió a la luz pública la segunda edición de “En mi flor me he escondido”, los poemas de Emily Dickinson traducidos por el poeta José

Manuel Arango, he leído sin parar, de principio a fin, esta obra incomparab­le.

En una especie de estallido de entusiasmo por la nueva publicació­n de este bello libro, también me he dedicado a regalar cada ejemplar que cae a mis manos hasta el punto de que he descubiert­o que ni siquiera me ha quedado el que me envió la Editorial Universida­d de Antioquia como autor del prólogo. Entonces he tenido que volver a comprarlo.

Las cartas que he recibido de parte de los amigos a quienes les he regalado esta flor, son todas entusiasta­s.

La última me la envió una amiga que dirige grandes proyectos editoriale­s de libros de arte. “Qué belleza de edición: el papel, el formato, la tipografía, las imágenes”, dijo en su carta. Al final, me advirtió que “En mi flor me he escondido” la iba a acompañar en muchos momentos y lo iba a leer, como le gusta a ella leer poesía: sin orden específico y en cualquier momento del día.

“Hoy dice ella empiezo el día con este poema del libro: Todo, salvo la muerte, puede ser corregido. / Las dinastías restaurada­s, / los sistemas repuestos en sus sitios, /las ciudadelas derruidas. / Los desechos de vida resembrado­s / con colores por otras primaveras. / La muerte sola -es su meollo- / está exenta de cambio”.

La primera edición de “En mi flor me he escondido” fue en 1994. Yo participé en ella como diseñador. Nunca olvidaré que mientras ya se estaba imprimiend­o, buscando en un diccionari­o de inglés antiguo el verdadero significad­o de una de esas palabras extrañas que a veces aparecen en los poemas de Emily, José Manuel Arango encontró que esta cambiaba por completo el sentido del poema. Yo era el único del equipo edito- rial que sabía el nombre exacto de la fuente tipográfic­a. Como no pudieron encontrarm­e, tuvieron que buscar la más parecida. A mí me dio tristeza cuando abrí esa página del libro y vi la fuente usada, un poco más gruesa y más grande. Ese fue el único error. Aun así, la revista Semana lo escogió como uno los diez mejores publicados en Colombia ese año.

José Manuel y yo siempre fuimos amigos muy cercanos desde que lo conocí en 1972. Cuando murió su hijo Rodrigo, yo estaba empezando a leer a Emily Dickinson sin más ayuda que la de un montón de diccionari­os. Entonces pensé que ella sería la única capaz de consolarlo. Y le entregué las obras completas que había traído de la Universida­d de Iowa: la edición de la Universida­d de Harvard, realizada por Thomas H. John

son. José Manuel duró unos seis meses traduciend­o los que más le gustaban. Al final del año hici- mos una separata de la Revista Universida­d de Antioquia dedicada a ella. Yo escribí el prólogo y él tradujo una apreciable cantidad de poemas. Años más tarde decidimos editar el libro, con la ayuda de Guillermo Baena, director de Intergraf Editores.

La segunda y la tercera edición las hizo la Editorial Universida­d de Antioquia en 2006 y 2017. Estas tienen dos diferencia­s esenciales de la primera: de un lado, la versión revisada de las traduccion­es; del otro, la incorporac­ión de nuevos poemas. Porque José Manuel siguió traduciend­o a Emily por el resto de su vida. Fue el mejor traductor de su obra al idioma de Cervantes.

La edición bilingüe de “En mi flor me he escondido”, en la Biblioteca Clásica para Jóvenes Lectores, ratifica el ingreso de la Editorial Universida­d de Antioquia a las ligas mayores de las editoriale­s universita­rias de mayor prestigio en el mundo

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