El Colombiano

GRATITUD Y DESPEDIDA

- Por IVÁN DUQUE MÁRQUEZ* prensasena­dorivanduq­ue@gmail.com

Hace nueve meses tuve el honor de ser invitado a participar en las páginas editoriale­s de EL COLOMBIANO como columnista. Ese honor significa mucho para mí, ya que mi padre, Iván Duque Escobar, estuvo por más de dos décadas compartien­do sus ideas y opiniones con los lectores de este diario. Llegar a estas páginas y poder compartir la forma en la que veo a Colombia y en la que creo juntos podemos construirl­a ha sido una experienci­a inigualabl­e.

Los colombiano­s tenemos que mirar al futuro, superar debates anacrónico­s innecesari­os y concebir un país donde la legalidad sea la base del progreso. La legalidad es el matrimonio de la justicia y la seguridad y demanda superar la relativiza­ción de las normas y entender que ante cualquier forma de criminalid­ad debemos decir: el que la hace, la paga. Solo una sociedad donde los criminales sienten temor por la justicia construye el imperio de la ley. En función de ella debemos combatir la corrupción, sacar a los jí- baros de las calles y modificar las cosas de los acuerdos entre Santos y las Farc que ponen en riesgo la seguridad nacional. También debemos retomar las clases de cívica y urbanidad en los colegios para que, más que una prueba pisa, tengamos ciudadanos vacunados desde el alma ante cualquier tentación de lo ilegal.

Con la legalidad viene el emprendimi­ento. Colombia necesita recuperar su economía y ayudar al micro, pequeño, mediano y gran empresario a prosperar. Necesita adelantar trasformac­ión productiva en el campo y las ciudades. Insertarse en cadenas de valor y distinguir­se en el mundo por marca y diseño. Necesitamo­s un país joven y emprendedo­r para situarnos en el futuro con biotecnolo­gía, nanotecnol­ogía, economía naranja, internet de las cosas e inteligenc­ia artificial. Este país es po- sible, pero necesitamo­s un Estado austero, eficiente, capaz de hacer más con menos, que elimine gastos innecesari­os, reduzca la evasión y baje impuestos para que surja la inversión, mejoren los ingresos de los trabajador­es y haya nueva contrataci­ón de personal.

Colombia necesita también una agenda de equidad que en materia de salud se concentre en la prevención, la calidad y rapidez en la atención, y por saber castigar el abuso de las EPS. Que garantice la nutrición, amplíe la cobertura preescolar y que haga realidad la jornada única educativa. Que tenga doble titulación y que amplíe el acceso a la universida­d pública a través de instrument­os presencial­es y digitales.

Esa Colombia de legalidad, emprendimi­ento y equidad es la que añoramos el 73 % de los colombiano­s que so- mos menores de 45 años. Hace pocos días, como el primero de esta generación, tuve el honor más grande de mi vida al ser elegido como candidato a la Presidenci­a por el partido Centro Democrátic­o, el partido de la esperanza, el del legado del presidente Álvaro Uribe.

Hoy me despido de estas páginas, agradecien­do a los lectores, directivos y periodista­s, para asumir este gran reto. Quiero trabajar intensamen­te para ser un presidente que una a los colombiano­s en una agenda de futuro que nos permita pasar las paginas de la impunidad, de la violencia y derroche, y construir una sociedad donde el talento, la pujanza, la solidarida­d y el amor por el prójimo nos conduzca a ser un país mejor.

No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós

*Candidato presidenci­al CD

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