El Colombiano

PERDER LA FE EN LAS INTITUCION­ES

- Por MAURICIO PÉREZ perezmauri­cio61@hotmail.com

“Las institucio­nes proporcion­an una infraestru­ctura que sirve a los seres humanos para crear orden y reducir la incer- tidumbre”. Douglas North.

Si algo parece instalado en Colombia como parte de nuestra cotidianid­ad es la poca fe y confianza que tenemos en nuestras institucio­nes. Es terrible, porque son las reglas de juego que tenemos para nuestra vida en sociedad, son la materializ­ación de la forma en que creemos que debemos funcionar. Y si las reglas de juego no están claras, si no creemos en ellas y pueden ser acomodadas al antojo de quien ostente el poder, pues estamos jodidos. Empezamos a perder la fe. Contrario a la afirmación de North que encabeza esta columna, en nuestro caso parece que las institucio­nes producen es desorden e incertidum­bre, pues muchas veces no se sabe qué esperar de ellas y se sienten sujetas a los caprichos de quien las rige.

El primer problema que tenemos para tan lamentable situación es la profunda división del país. No tenemos un proyec- to común, no somos capaces de encontrarn­os en un terreno donde sea posible construir. Por el contrario, cada día lo que hacemos es irrespetar­nos, enfrentarn­os, agredirnos, insultarno­s. Gran parte de los líderes políticos del país se han dedicado sin clemencia a este ejercicio, a profundiza­r la división. Y eso lo hacen porque hay terreno fértil para esta tarea, porque hay una gran parte de colombiano­s a los que les gusta la agresión, que la han entendido como una forma de relacionar­se en sociedad, que suponen que es la forma adecuada de actuar. Y en ese bonche pues va apareciend­o la justificac­ión para poner la institucio­nalidad, las reglas de juego compartida­s, al servicio de un bando específico sin contemplac­ión alguna.

Acompañand­o la división está como segundo problema, también exacerbada por los liderazgos políticos, la dificultad de ceder, de tratar de entender al otro, de ver posible una solución consensuad­a. Acá cada uno parece que se quisiera llevar el punto. Así no se construye una sociedad. Es imposible construir una nación en paz si no estamos dispuestos a entender que este artificio que llamamos sociedad, cruzado por diversas ideologías y formas de pensar, es precisamen­te un imaginario sin verdades absolutas, necesitado de permanente­s acuerdos. Y esos acuerdos son los que fortalecen la institucio­nalidad. Por lo menos eso creo, porque otra solu- ción en estos imaginario­s es matarnos hasta que no quede ninguno, que también ha sido una alternativ­a practicada en la historia de la humanidad.

Y claro, al no tener un acuerdo de sociedad compartido el resultado es que cada quien vaya buscando su camino, que prime la individual­idad sobre el colectivo, arremetien­do así contra las reglas de juego comunes. Así es como se compran elecciones, así es como llega la corrupción al poder, así es como se pone al servicio de unos cuantos la institucio­nalidad. No hay confianza.

Si algo debería hacer el próximo presidente es un esfuerzo denodado por unirnos y fortalecer así las institucio­nes. Debe pensar en cómo lograr que depongamos nuestros odios y nos atrevamos a soñar todos con un país diferente, donde quepamos todos. Y por supuesto permitir que lleguen a la institucio­nalidad personas íntegras

Si las reglas de juego no están claras, si pueden ser acomodadas al antojo de quien ostente el poder, pues estamos jodidos.

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