El Colombiano

UN REGALO DE NAVIDAD

- Por MANUELA ZÁRATE @manuelazar­ate

Camino a casa del colegio en pleno tráfico salvaje de Ciudad de México en diciembre trato de explicar por qué el Niño Jesús no va a traer ni un unicornio vivo de verdad (a menos que considere traer un cacho para nuestro perro) ni un Play Satation 4 para un niño de apenas 6 años. El Niño Jesús o Santa en teoría lo pueden todo, pero tampoco están para complacer todo capricho. Algo así va mi explicació­n. Mientras pienso que este año el tema de los regalos va a ser agotador y no tengo ni idea por donde empezar. Lo que más rabia me da es cuando re- ciben cosas que no aprecian porque no estaban a la altura de aquella otra fantasía.

Llego a la casa agotada. De lo único que se habla en estos días es de los benditos regalos. Cuándo, cuál, de qué tamaño. Y así estas fechas se convierten en un pequeño chantaje y en un festival de materialis­mo. Hablamos de unión, de amor, de familia, de todas esas cosas, pero en realidad el foco de casi todo el mundo está en lo material, el regalo, el aguinaldo. A mí me encantan las Navidades, pero esto que estamos haciendo donde vaciamos los presupuest­os y nos llenamos de compromiso­s, y que lo que das y lo que recibes vaya perdiendo sentido y pocas cosas lleguen realmente del corazón del otro, eso sí que no me gusta. No solo no me gusta, no me parece sano, ni hermoso y creo que perdemos una oportunida­d.

Esa misma noche mi hija no quería hacer la tarea. Después de la típica discusión que va y viene entre si no la haces ahorita no hay televisión y qué se yo, me vi de pronto colgando los guantes y diciéndole, no la hagas, pero ten claro, el grado que sigue, nadie te lo va a ragalar. Lo vas a tener que conseguir tú y para conseguirl­o hace falta hacer la tarea. Entonces: decide.

Eso me dejó pensando en las cosas que no se regalan. Cosas más valiosas que cualquiera que queda debajo del arbolito. Deseos, sueños, metas, pasión, proyectos. Eso que más anhelamos y que no llega por arte de magia por más que lo pidas y lo sueñes, aunque te portes bien y sonrías todos los días del mundo.

Aquello que realmente vale la pena en la vida no lo regalan. Y quizás en donde más se ve es en el propio amor. El amor no es un regalo. Para conocer el amor, el de verdad, el más profundo, hace falta esfuerzo, trabajo, entrega. Es goce, pero es padecimien­to a la vez. El amor da, pero necesita algo a cambio, pues así se nutre. Así genera su magia. Cuando una caricia recibe otra en respuesta. Cuando una mirada se instala en otra y se encuentran las almas. Cuando en palabras te reconoces, como si vinieran juntos de otras vidas. Un beso no es nada si no está otra boca allí para darle vida, para levantar el vuelo por una dimensión desconocid­a. El amor necesita palabra, tacto, espacio de cada amante. Nos exige, Nos empuja, nos estimula. El amor que tenemos es el reflejo de nuestro esfuerzo en la vida. De cómo luchamos. De cuán generosos somos de alma.

La vida es puro reto. Requiere entrega, esfuerzo, coraje. Aquello que realmente tiene valor para nuestra alma no se cuelga por fuera, no se envuelve, no se compra

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