Que no se le olvide la gracia de olvidar
Aunque perder recuerdos puede ser angustiante, el proceso mental de desechar información es clave para aprender cosas nuevas.
La memoria está llena de sorpresas, parece que borramos cosas importantes y almacenamos una cantidad de detalles mundanos que no necesitamos.
La mayoría de nosotros se sentirá avergonzado de no recordar un nombre, un evento o algún dato que soporte sus argumentos. Sin embargo, hacerlo es determinante para el aprendizaje, un complemento de este proceso.
Resulta que el olvido puede ayudarnos a adquirir experiencia, y cuando reaprendemos algo que no podemos recordar, a menudo desarrollamos una forma más rica de comprensión.
La idea de que el olvido es una virtud educativa se remonta un siglo atrás. El psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus descubrió que cuando las personas vuelven a aprender algo es más probable que lo recuerden en el futuro.
Esta investigación explica por qué el olvido ofrece este impulso de memoria. Los recuerdos no salen volando del cerebro como pájaros del nido. En cambio, el cerebro hace que esas imágenes del pasado sean más o menos accesibles.
Algunas remembranzas, como el nombre de un primo se evocarán fácilmente. Otros detalles, como el color de la cama de la infancia, se han metido en un almacenamiento profundo y serán más difíciles de recuperar.