El Colombiano

POLICÍAS Y MAFIOSOS

- Por CARLOS ALBERTO GIRALDO carlosgi@elcolombia­no.com.co

Mientras unos policías se juegan la vida persiguien­do a los capos de las bandas criminales, “Inglaterra”, “Gavilán”, “Pesebre”, “Tom”, “Chamizo” y demás parientes del hampa, hay otros que les cubren las espaldas. Acaba de corroborar­lo un juez en la Sala de Audiencias del Palacio de Justicia, en el Centro de Medellín: envió a la cárcel a siete agentes sindicados de recibir “sobrenómin­a” de la banda La Terraza por dejar operar plazas de vicio en La Candelaria y Aranjuez. Un peligro para la sociedad, según se consideró en la medida de aseguramie­nto.

En la audiencia hubo notoria solidarida­d de cuerpo por parte de otros uniformado­s que acudieron a presenciar el proceso y que tuvieron la desvergüen­za y los bríos incluso para amenazar a un fotógrafo de esta casa editorial, Róbinson Sáenz. Esos agentes parece que no tienen claro de qué lado están. Le dijeron “sapo y pirobo” a quien simplement­e registraba los hechos, la realidad, la desconcert­ante y preocupant­e constataci­ón de que hay algunos policías que se hacen los ciegos ante la evidencia de que el vicio campea en los barrios de Medellín.

He sido directo receptor de denuncias en este diario de la gente que se indigna porque en Barrio Antioquia, en Caicedo, en La Minorista, en El Poblado, en La 70, entre tantos sectores, los jíbaros venden droga a sus anchas. Con las caletas en los postes, los muros, los jardines, los puestos de comida callejera, los aleros de los techos, las alcantaril­las...

Todo el barrio los ve, pero algunos policías no se enteran, no se percatan del olor a marihuana y bazuca. “No pillan” a los pelaos, a la gallada de “la misma esquina con su mismo olor”. Todo envuelto en esa nube pesada de los cigarrillo­s armados con maña, de las envolturas de “papel mantequill­a” regadas por el suelo y todos “en la juerga, parce”. Y entonces un agente, uniformado, e identifica­do, se acerca al fotógrafo y le dice que no está tratando con los niños del barrio. Qué guapo, qué bravo.

Es la oportunida­d para que los jefes de la Policía Metropo- litana demuestren que sus agentes no pueden simpatizar con los jefes de las bandas, porque de un lado están la legalidad, las institucio­nes y la sociedad, que no quieren trampas ni fangos, y del otro están mafiosos, delincuent­es y corruptos. Los sin ley.

El juez Segundo Penal Municipal Ambulante de Antioquia dijo que “acá lo que está investigan­do la Fiscalía es la posible conducta irregular de los uniformado­s”, algunos con apodos bien dicientes: alias “el Narco” y alias “Robocop”, por ejemplo. Los policías que observaban la audiencia debieron molestarse por el manto de dudas que tienden sobre la institució­n sus compañeros, en vez de ponerse a amenazar al señor que tomaba las fotos para informar a la comunidad

Vaya guapeza la del policía que intimida al periodista y no rechaza al criminal.

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