El Colombiano

Jóvenes, a callejear por Medellín

La propuesta es que los muchachos recorran la ciudad, pues muchos no pasan de su entorno más cercano.

- Por GUSTAVO OSPINA ZAPATA

Muchos no se mueven más de 2,5 kilómetros de su entorno, pero el programa Callejear educa promueve que recorran la ciudad a pie. Ya 660 lo hicieron.

Más que una selva de cemento, la calle es el espacio encantador. “Es el mejor lugar para educarse”, afirma Alejandro de Bedout, secretario de la Juventud de Medellín; y es, para muchos, la mejor universida­d, porque es la de la vida.

Dice un estudio de la Alcaldía que, en promedio, un joven solo se mueve 2,5 kilómetros del lugar donde vive, y la ciudad tiene 382 km2.

Es decir, los jóvenes de Medellín no conocen su territorio y, por esta razón, desde la Secretaría de la Juventud se emprendió este año el programa Callejear educa, que quiere invitar a esta población a recorrer más el lugar donde viven, sus barrios y comunas, pues no se podrá transforma­r un territorio al que se desconoce.

Nos preocupa que los jóvenes, prácticame­nte, desconocen la ciudad, se quedaron encerrados en burbujas, en el mismo espacio donde estudian, viven o trabajan, y se están perdiendo todas las maravillas que tiene Medellín, desde su infraestru­ctura, hasta su historia y sus riquezas ambientale­s”, señala De Bedout, quien se atreve a decir que incluso recorren más la ciudad los turistas que los mismos ciudadanos que la habitan.

Lo que más inquieta a las autoridade­s, sobre todo a las que piensan a largo plazo, en la planeación del futuro, es la poca interrelac­ión entre las personas que ocasiona esta ausencia de recorridos.

“Los jóvenes se quedaron metidos en sus mundos digitales, viendo televisión y viviendo en un mundo de desafecto, lo cual buscan suplir cuando ingresan a las bandas delincuenc­iales, donde encuentran protección o cariño”, lo que es, a todas luces, una falacia para explotarlo­s y convertirl­os en carne de cañón, pues su destino siempre será un camposanto o una cárcel.

Ellos, los jóvenes, lo saben

Para quebrar esta estadístic­a tan baja, el proyecto Callejear educa seleccionó, en su primera fase (que arrancó este año) a 660 jóvenes con los que programó recorridos por distintos sitios, algunos de

ellos en los barrios y comunas de la periferia, y otros escenarios de interés turístico, como el Centro y sus museos, parques, iglesias y edificios.

En total, cada muchacho recorrió dos territorio­s durante cuatro horas cada uno, en los que, además de conocer desde la observació­n, también interactuó con pobladores de esas zonas.

Tan real es el diagnóstic­o de la Alcaldía, que Estefanía

Aguirre, una joven de 20 años y quien reside hace 15 en el barrio Boston, a cinco cuadras

del Centro, reconoce que es muy poco lo que sabe de allí.

“Aunque no vivo encerrada, no había salido tanto, porque siempre hay temor, por las advertenci­as de los padres de uno, de que de pronto me meta a lugares inadecuado­s o tropiece con las personas indebidas”, subraya Estefanía, quien hizo sus recorridos precisamen­te por la zona céntrica, la comuna 13 y algunos cementerio­s de la capital antioqueña.

“Estudio comunicaci­ón social y esto cambió mi visión. No tenía ni idea de que junto al cementerio Universal hay otro judío y un lugar para enterrar a las personas NN”, señala esta joven, que se enamoró del verbo callejear y será una motivadora para que otras personas lo hagan.

“Es como paradójico, pero uno tiene mirada de extranjero en su patria; se rompen los paradigmas cuando uno recorre la ciudad y ve que no hay porqué sentir temores”, advierte ella. Natalia Maldonado, de 18 años y residente en el barrio

Estadio, a tres minutos del Centro, admite que no conocía el Museo de Antioquia y mucho menos Manrique, barrio que visitó en las caminatas.

“Allí nos llevaron a una casa de arte y me pareció increíble, igual que San Cristóbal, donde compartí con los campesinos y les oí sus historias”, apunta Natalia, que invita a los demás jóvenes de Medellín a salir de sus zonas y enamorarse de las historias.

El proyecto Callejear educa sostiene que “la calle es un lugar abierto al conocimien­to, donde la física se practica al descender por una calle empinada; las matemática­s se usan para calcular el ahorro cuando se paga el pasaje en transporte público, y la geografía se

aprende cuando se ubican los 7 cerros tutelares”.

Carlos Iral, joven con autismo, cuenta que lo llevaron a Altavista y quedó enamorado de este corregimie­nto: “Conozco casi toda la ciudad, solo me falta Palmitas, y no hay nada mejor que recorrerla caminando”, señala.

Los trayectos fueron guiados por gestores educativos ligados a la cultura, el arte y la historia. Hubo alianzas con fundacione­s e institucio­nes públicas y privadas.

“Fue una experienci­a maravillos­a mostrarles a los muchachos lo que hacemos por la cultura desde hace 40 años”, señala Claudia Villegas López, jefe Cultural del Banco de la República, uno de los aliados del proyecto junto al Teatro Pablo Tobón Uribe ■

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FOTOS SERGIO GONZÁLEZ (ARRIBA) Y JUAN ANTONIO SÁNCHEZ, ABAJO
Las imágenes superiores muestran los recorridos por la ciudad. Abajo, Estefanía Aguirre durante la graduación como “callejeado­ra). FOTOS SERGIO GONZÁLEZ (ARRIBA) Y JUAN ANTONIO SÁNCHEZ, ABAJO
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