LA SONRISA NO ALARGARÁ LA VIDA, PERO QUÉ IMPORTA
Las verdades de la investigación científica son siempre temporales e inacabadas, pero especialmente las del campo sicológico son, por la naturaleza incierta de su objeto de estudio, como una montaña rusa en la que el horizonte que se nos plantea en un instante cambia completamente en un segundo y ya no sirve de guía. Un estudio de Abel y Kruger, publicado en 2010 en Psychological Science, “La intensidad de las sonrisa en las fotografías predice la longevidad”, sugería que la sonrisa es una “señal bastante confiable de la disposición emocional subyacente de las personas y, por lo tanto, de su posible longevidad”. Pero una reciente revisión del experimento concluye que no hay correlación es- tadísticamente significativa entre felicidad y longevidad.
Sin embargo las preguntas correctas son: ¿ Y acaso importa si la sonrisa no alarga la vida? ¿ Para qué más días si no son felices?
La revisión del estudio mencionado contradice la idea de
Curzio Malaparte según la cual “Cada vez que un hombre ríe, añade un par de días a su vida”, por lo que prefiero la versión del refrán chino que propone que el efecto de la sonrisa es hacerte un día más joven.
De las cosas más poderosas en el mundo es una sonrisa sincera. La acción de seis pares de músculos, además de que parece reducir el ritmo cardíaco y el estrés, aumentar la creatividad y la productividad y hasta reducir el dolor, tiene potentes efectos sobre los demás. Es más contagiosa que el bostezo, tiene la capacidad de derrumbar la más obstinada indiferencia y hace que un extraño sonriente no represente una amenaza como aquel que prefiere fruncir el ceño. La sonrisa abre más puertas que una llave maestra y hasta puede ser la mejor herramienta para superar situaciones vergonzosas.
Pero lo más maravilloso es la mezcla de sentimientos que provocan esas sonrisas “luminosas”, que solo pueden provenir de personas que consciente o inconscientemente también lo son. Así como esos ciervos que se paralizan con la luz de los faros de los vehículos, una sonrisa luminosa logra detener el tiempo y dejarte mudo. Además de inmóvil, uno no sabe qué decir porque toda palabra resulta inútil y surge la sospecha que decir algo provocaría el fin del sueño en que te encuentras, porque solo un sueño podría explicar que uno haya sido premiado con algo así, sobre todo si no has hecho nada para merecerlo.
Sonrían sin temor. Sonrían no importa si provoca arrugas, porque las que se forman por sonreír son trofeos de la existencia que no deben esconderse sino lucirse con satisfacción y orgullo como si fueran joyas.
P.D.: Como los dos siguientes lunes no habrá edición del periódico, aprovecho para desearles una feliz Navidad a los lectores de esta columna y esperar que tengamos la claridad para actuar decididamente en 2018, el año definitivo para enderezar el rumbo de Colombia