DONALD TRUMP LO HIZO
Sí, el presidente Donald Trump ha acosado sexualmente a mujeres. Esto concluye mi investigación ética.
No quiero aburrirlo con jerga técnica, pero supongo que es importante, en el interés de la transparencia profesional imparcial, para ofrecer una mirada profunda a mi metodología. Primero que todo, como muy buena investigadora de acoso sexual, sé que uno de los cuentos clásicos del acosador sexual es una historia de acosar repetidamente a mujeres, o hablar sobre acosar sexualmente a las mujeres, en público, ya sea en internet o video o en el registro con periodistas, tal vez tan recientemente como hoy. Una segunda cosa es que los investigadores como yo estamos entrenados para buscar si el decir cosas degradantes sobre las mujeres como una caricatura sucia es el asunto completo de un acosador acusado. Una tercera y sospechosa pista es si usted, el investigador, recientemente se despertó para encontrar hasta 17 alertas de noticias en su teléfono que dicen, “[acosador acusado] acaba de acosar sexualmente a [senadora] delante de todos en este momento!”
Armada con estos parámetros, comencé mi investigación pensando en Donald Trump por una cantidad de tiempo infinitesimalmente pequeña, apenas el suspiro de la conciencia, el respiro de una mosca. Y tengo una noticia terrible, América. Es con 1o0 por ciento de certeza profesional que debo informarles que nuestro presidente Donald Trump, es un acosador sexual, por todo el acoso sexual que constantemente hace.
El término “acoso sexual” usado aquí en el sentido social, no legal, se refiere a una gama de comportamientos desde avances sexuales no solicitados hasta menosprecios, intimidaciones o comentarios sexuales incómodos. En otras palabras, un espectro de comportamientos en los que Donald Trump se involucra todo el tiempo. Irrumpiendo en los vestidores de Miss Teen USA para ver desnudas a las adolescentes (“de alguna manera me salgo con cosas así”, le dijo Trump una vez a Howard Stern); llamando a Caitríona Perry, una reportera de Irlanda, a su escritorio para decirle que tiene una “linda sonrisa”; Especulando una vez, mientras estaba sentada al lado de su hija, Ivanka, que si él no fuera su padre, “quizás estaría saliendo con ella”; instruyendo a una concursante de “Aprendiz” a pararse y girar para que los concursantes masculinos pudieran calificar su cuerpo; implicando, como lo hizo en Twitter, que su colega profesional, la senadora Kirsten Gi
llibrand, le ofreció favores sexuales por donaciones políticas; hablando de besar a la fuerza a las mujeres y agarrar sus genitales, no tengo que seguir la lista, ¿verdad? Las propias entrevistas, memorias, conferencias de prensa y tuits de Trump muestran un patrón de degradación sexual, objetivación y asalto que se remonta a décadas atrás.
Trump no solo no hace ningún esfuerzo por esconder estos comportamientos del público, se jacta y ríe sobre ellos.
Investigación, debido proceso, objetividad. Y sí, el Congreso (como cualquier lugar de trabajo) necesita algún tipo de rutina y protocolo interno justo para darles manejo a las quejas de mala conducta sexual. Pero en la corte mucho menos rígida y más mercurial de la opinión pública nosotros, como pueblo, tenemos que permanecer conscientes del hecho de que dar vueltas eternamente en la etapa de “investigación” es una táctica bien establecida de la derecha para evitar acción significativa.
Así es como los políticos republicanos pueden clamar uniformemente que aborrecen el racismo mientras promulgan políticas que privan de derechos y arruinan a las personas negras y cafés, porque las clases políticas y de expertos de la derecha trabajan furiosamente para enturbiar la comprensión pública de lo que realmente es el racismo.
Incluso así es como Trump justificó lo qe se volvió su prohibición musulmana: debemos dejar de aceptar refugiados, dejar de permitir que los ciudadanos viajen libremente, dejar de defender la libertad de religión y los estatutos antidiscriminatorios, insistió, hasta que, como dijo como candidato, en 2015, “descubrimos qué demonios está pasando”.
Así que siempre clame por investigaciones, pero no se detenga ahí. Algunas veces, un acosador sexual es solo un acosador sexual
El término “acoso sexual” usado aquí en el sentido social, no legal, se refiere a una gama de comportamientos como menosprecios, intimidaciones o comentarios sexuales incómodos.