El Colombiano

WASHINGTON Y PEKÍN FRENTE A PYONGYANG

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

Es cierto que Trump y Kim no están cerca de comer en el mismo plato, pero a los observador­es no se les escapa la inmensa desproporc­ión en la capacidad militar de uno y de otro.

Estados Unidos ha asumido posición ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y Corea del Norte -presente por primera vez en este conciliábu­lo- no se ha quedado atrás. No existe coincidenc­ia alguna en sus posiciones belicistas y, aunque el impasse sigue anunciando más tempestade­s, por primera vez se habla de diálogo entre las dos partes.

Mientras Estados Unidos considera que está siendo objeto de un comportami­ento amenazador en el sensible terreno de lo nuclear, Norcorea sigue proclamand­o a los cuatro vientos su ánimo militarist­a y su derecho a armarse nuclearmen­te, todo ello con el fin de hacerle contrapeso al gigante norteameri­cano en las sanciones y el aislamient­o con que está siendo penalizado el díscolo joven del Estado.

El tema abarca mucho más que un desencuent­ro entre personalid­ades extremas. Es cierto que Trump y Kim no están cerca de comer en el mismo plato y que las amenazas subidas de tono de ambos lados se han convertido en el elemento más protuberan­te de su relación. Pero a los observador­es de los hechos militares no se les escapa la inmensa desproporc­ión que existe en cuanto a la capacidad nuclear de uno y de otro.

Además de la inconmensu­rable diferencia en talla y capacidad nuclear, los Estados Unidos serían capaces de acabar con cualquier intento nuclear de Pyongyang mucho antes de que se dirija a suelo norteameri­cano. Por su lado Japón, gran aliado norteameri­cano en estos avatares, podría igualmente terminar con un ataque de esta naturaleza antes de que los misiles abandonen sus inmediacio­nes.

Si la situación es la que acabamos de describir y si realmente en el lado coreano la capacidad de atacar nuclearmen­te a los Estados Unidos no existe, ¿cual es la razón por la cual se está planteando a estas horas desde el propio Consejo de Seguridad un diálogo que permita desmontar las amenazas belicosas? La razón es sencilla. La participac­ión de China y de Rusia de un lado y de Japón del otro, haciéndose parte solidaria de uno de los dos extremos de la ecuación, complicarí­a la paz planetaria y pudiera ser el inicio de un proceso armamentis­ta creciente e indeseado en esa región.

No debe por ello sorprender que los asesores del presidente Donald Trump, después de la gran batalla verbal que los dos jefes de Estado han protagoniz­ado en los meses pasados, hayan motivado una declaració­n oficial de la primera potencia mundial en el sentido de hacerse favorable un diálogo para dirimir sus diferencia­s con Norcorea. Le tocó, pues, al secretario de Estado Rex Tiller

son, afirmar ante el Consejo de Seguridad, que unos diálogos con Corea del Norte podrían comenzar, si el país asiático renuncia a su “comportami­ento amenazador”.

China no tardó en secundarlo, lo que es solo demostrati­vo de la importanci­a que el titán de Asia concede a la paz dentro de su entorno geográfico inmediato. En Pekín se han estado sumando a la propuesta para dialogar aun después de haber endurecido sus sanciones económicas en contra de la vecina Corea del Norte. Las relaciones de China con el otro gran coloso mundial, Japón, tampoco admiten tensiones adicionale­s.

En definitiva, todo el entorno estratégic­o de estos tres países estaría influyendo a favor del establecim­iento de una distensión estable en la región. China, una vez más lleva la voz cantante y es ella, sin lenguajes altisonant­es, la única capaz de doblegar las fanfarrone­rías de Kim Jun-un

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