MENSAJERO
En forma de avión de papel aterrizaron en la mesa en la que celebraba con amigos, unas gracias no solicitadas, venían manuscritas, y plegadas descendieron; cuando desdoblé el papel, encontré los textos, hay sorpresas que expanden el corazón. Hay tantas otras que lo arrugan.
Se acaba este año, en este ahora que es el fin de este pequeño ciclo, se mira atrás siempre, se reflexiona acerca del ayer, se evalúa y se resume, se agradece o se maldice, se suma y se resta, al final se hacen las cuentas de una matemática improbable, hay que agradecer lo bueno y lo peor, porque todo es aprendizaje, sobre todo las derrotas. El rui- do de este caos no deja oír. Los más grandes gestos de la vida, son sus pequeñas manifestaciones, tras las grandes pérdidas o las pequeñas victorias se esconde algún misterio, cada una es un regalo que a veces no queremos destapar por el temor al hallazgo. Hay encuentros que son un salto al vacío.
Quiero y debo dar las gracias; aunque a veces cueste, deseo hacerlo. Me dijeron los horóscopos chinos que este año un gallo cantaría, aunque soy escéptico, este animal fue el heraldo de tantas malas nuevas. ¡Perdí!, perdí capítulos enteros de mi vida, mi madre se fue con tanto … hoy vive en mí, “se mudó a vivir adentro”, me dijo un amigo, también lo hicieron los amigos idos; entendí desde la experiencia de la muerte que existían nuevas dimensiones del amor, descubrí que la enfermedad puede fortalecerte y convertirse en una escuela y que las lecciones del dolor están tatuadas con el adn del ausente. Entendí que cualquier despedida es corta, aunque dure años, que hay que saber dejar ir y desprenderse sin dejar pendientes; cuando realmente amamos dejamos fluir, todo pasa, el recuerdo inmortaliza; este año me enseñó y ayudó a descubrir nuevas maneras de decir “te quiero” y a batallar cada día contra el ego. Entre tantas y tantas otras cosas, por eso y a eso, doy las gracias.
Agazapados acechan los buitres, la deslealtad, la envidia y la insensatez rondan por ahí, el oportunista estuvo cerca, sentarse a la mesa a cenar las virtudes del otro, es una práctica que corroe pero alimenta a muchos, construir es un verbo que cuesta conjugar, para algunos sumar es un ejercicio en el que siempre restan. A esos también se les agradece, sobre todo, porque te hacen fuerte.
Aquí estoy, aquí estamos, en medio de la orgía de dolor que significan este país y el mundo, se agradece que haya algunos que aún luchan por hacernos ver la realidad, aunque resulte paradójico se agradece también a los desvergonzados, a los mentirosos y a tantos reyes de la infamia, porque ellos nos permiten reafirmar las convicciones y soñar las posibilidades de otros futuros, construidos desde la gratitud, la dignidad y la ética.
Ojalá el mensajero del porvenir tenga la forma de la esperanza.
Feliz Navidad para todos
Quiero y debo dar las gracias aunque a veces cueste. Perdí capítulos enteros. Entendí desde la experiencia de la muerte que existían nuevas dimensiones del amor.