Nos estamos quedando sin la historia genética del bosque
Quedarnos sin estas especies de árboles en Antioquia es condenarnos a que no vamos a tener bosques maduros algún día, pues no todos los árboles tienen la misma evolución, ni la misma temporalidad. Para que un laurel, una de las especies más antiguas que tenemos en nuestra región, alcance un gran tamaño pueden pasar hasta 90 años, mientras un Yarumo en solo cinco años puede alcanzar su altura promedio. Pues son especies propias de los bosques maduros y bosques jóvenes. Y estos árboles que están en algún grado de amenaza, casi todos, corresponden a estados sucesionales de ambientes maduros, por lo que nos estamos quedando sin la historia genética de nuestra selva. Hay otra particularidad y es que estos árboles tienen la mayor contribución en términos de alimento para los animales. Las lauraceas, por ejemplo, tienen un fruto tipo aguacate, con una almendra por dentro riquísima en grasas, que es perseguida por animales que obtienen allí las calorías necesarias para vivir. Y lo mismo pasa con las aves que consumen sus frutos. Estas especies de árboles han desarrollado una coevolución con diferentes animales. Y si la fauna de estos lugares dejan de encontrar esa fuente de alimento también van a tener un detrimento en su calidad de vida, algo que los puede llevar a un estrés que los haga migrar y salir del bosque. Todo esto es una cadena, no es solo el árbol sino el ecosistema. Pues el bosque no es solo madera, sino también todas las interacciones que se desarrollan al interior de este entre plantas, animales y suelo. En conclusión, estas especies de árboles son muy importantes no solo por el valor maderero sino por su valor en la historia genética y en la evolución de todo lo que es el reino vegetal en nuestra tierra.