LA VIVENCIA DE LA NAVIDAD DE HOY ES MUY MECÁNICA, MUY MERCADERISTA
En su origen más remoto la Navidad fue una fiesta pagana. Un derivado de los rituales de Mistra, una celebración monoteísta llena de símbolos y cosas raras y horribles. Era una fiesta orgiástica. Quizás con el paso del tiempo, con la contrarreforma de la Iglesia y la estratificación del catolicismo, la Navidad se convirtió en una celebración más familiar y de buenas intenciones y se apartó de los placeres y de la crudeza de la vida.
En las navidades de la edad media, por ejemplo, los papas tuvieron que expresarse fuertemente porque los párrocos y los curas hacían unas bacanales tremendas, incluso con actos irrespetuosos e insultos y arengas verbales contra la Navidad y la misma Iglesia.
Ahora en la modernidad, ya despojados del elemento mítico, los hombres habían recuperado la esencia de la Navidad, pero hoy en día se está volviendo a perder el espíritu de reflexión y fiesta familiar. Los seres humanos de hoy respondemos al dicho “pa’ dónde va Vicente, pa’ donde va la gente”, entonces ahora es una vivencia muy mecánica. Muy de mercaderistas, de consumistas. Ya no son las bacanales de los primeros siglos, pero sí se ha perdido todo contacto con la vida interior. Con la reflexión sobre las cosas buenas y las cosas malas. La disyuntiva entre lo santo y lo pecaminoso