El Colombiano

LA ALIANZA, DE NUEVO

- Por RAFAEL NIETO LOAIZA rafaelniet­oloaiza@yahoo.com

El objetivo fundamenta­l del próximo año no puede ser otro distinto a ganar la Presidenci­a, alejar el país del abismo y retomar el rumbo para construir la sociedad justa, segura y próspera que todos queremos. Si confundimo­s la meta, confundimo­s también el camino. Y el costo será monumental. Nos jugamos la democracia, la economía de libre mercado, el futuro.

En consecuenc­ia, acá no valen las vanidades, los egos, las aspiracion­es personales. Todas ellas deben estar subordinad­as al fin último de no elegir un nuevo gobierno del santismo y de la izquierda. Si se elige acá un gobierno de continuida­d, de “transición” según denominaci­ón de las mismas Farc, nos aguardará algo cada vez más parecido a nuestros vecinos.

¿Pensamient­os catastrófi­cos? ¿Demagogia dirigida a asustar para obtener mejores resultados electorale­s? Nada de eso. Basta mirar los hechos: desconocim­iento del valor del voto y de las mayorías, manoseo grosero de la Constituci­ón, subordinac­ión del Legislativ­o al Ejecutivo, cooptación de las altas cortes, manipulaci­ón ideológica de la administra­ción de justicia, impunidad para los cercanos y persecució­n política y judicial implacable para los contradict­ores, la mentira como discurso oficial, centralism­o exacerbado y abuso del presupuest­o como instrument­o electoral y de presión a las autoridade­s departamen­tales y municipale­s, uso de los organismos de control fiscal y societario como instrument­o de persecució­n a empresario­s e individuos que no se someten, desmantela­miento doctrinal y operaciona­l de las fuerzas militares, corrupción desbordada, enquistada en la estructura gubernamen­tal y liderada desde la Presidenci­a de la República, connivenci­a con el narcotráfi­co. Se dirá que hay diferencia­s, y es verdad, pero que en Venezuela lo descrito suceda en grado superlativ­o no significa que acá no ocurra, que los hechos no sean ciertos. Lo son. Y muestran el tamaño de la crisis y de los riesgos.

Así que si queremos frenar la “venezolani­zación” que llevamos es indispensa­ble cambiar el rumbo en el 2018. Primero, las parlamenta­rias. Sea quien sea el próximo presidente, es fundamenta­l que el mayor número de senadores y representa­ntes esté comprometi­do con la República y con el libre mercado. O para gobernar o para hacer oposición son indispensa­bles.

Después, las presidenci­ales. Y en ellas la clave serán las coalicione­s. En un panorama de fragmentac­ión aguda, no hay candidato ni partido capaz de ganar solo. Es indispensa­ble una alianza. La coalición natural del centro a la derecha está en los que compartier­on la gesta heroica del triunfo del No en el plebiscito. El Centro Democrátic­o (CD), los expresiden­tes Uribe y Pastrana, Marta Lucía Ramírez. Pero también Alejandro Or

dóñez. Dejarlo por fuera sería un error imperdonab­le Y sumamente costoso. Ordóñez, además, ha recogido sectores importante­s de conservado­res, de la reserva activa de la Fuerza Pública y de los grupos católicos y cristianos, sin los cuales el triunfo es improbable. Y hay que sumar a las víctimas de los terrorista­s, a Jai

me Castro y su grupo de Mejor No, a los arrepentid­os del Si, a los abstencion­istas.

El discurso de que la alianza es desequilib­rada porque ni Pastrana, ni Marta Lucía, ni Ordóñez tienen partido ni fuerza parlamenta­ria olvida lo importante: primero, que el adversario no está adentro sino afuera y, segundo, que sin ellos el CD es solo la más grande de las minorías y no puede llegar a la Presidenci­a. De hecho, el CD sin coalición no tiene garantía siquiera de pasar a la segunda vuelta. Si en política sumar es siempre importante (aunque no al costo de renunciar a los principios), en este caso lo es aún más.

De manera que la Alianza no solo es deseable sino que es indispensa­ble. Hay que trabajar con prudencia, respetar a sus líderes, tratarlos con cuidado, dar garantías a todos. Tener siempre presente el fin último, los más altos objetivos de la Patria. De nuevo, insisto, no olvidar que lo que nos jugamos es el futuro.

*** A todos mis lectores, mi agradecimi­ento profundo por su paciencia y generosida­d conmigo. Y mis deseos para que esta Navidad los llene de amor junto con los suyos

El objetivo fundamenta­l del próximo año no puede ser otro distinto a ganar la Presidenci­a, alejar el país del abismo.

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