¡SAPERE AUDE!
Nos han hecho creer que nos independizamos, que no somos colonia, pero la realidad nos muestra otra cosa. En temas como música, derecho, teorías económicas, formas y estilos de vida, seguimos copiando de Europa y Norteamérica.
En 1784 fue publicada la respuesta del filósofo alemán Immanuel Kant, a la pregunta ¿Qué es la ilustración?: “La ilustración es la sali- da del hombre de su condición de menor de edad, de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no radica en una falta de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse de él con independencia, sin la conducción de otro. ¡ Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento! Es, pues, la divisa de la ilustración”.
Salvo excepciones, que como en todo existen, no se piensa mucho por sí mismo. Es más cómodo ser seguidor, adepto, gregario. Cansa y cuesta menos. En términos de Ortega y Gasset es más fácil ser hombre masa, repetir y repetirse, ser estereotipo, que intentar marcar dife- rencia. Para el pensador español “ser diferente es indecente. La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado”.
Nos han hecho creer que nos independizamos, que no somos colonia, pero la realidad nos muestra otra cosa. En temas como música, derecho, teorías económicas, formas y estilos de vida, seguimos copiando de Europa y Norteamérica. A muchos profesionales, en especial abogados y economistas, les encanta seguir siendo evangelizados, adoctrinados por textos, universidades y autores extranjeros. Y por eso, a toda hora, estamos copiando, adoptando modelos jurídicos y económicos de otros países totalmente distintos al nues- tro; o contratando costosas y a veces inútiles consultorías y asesorías externas.
Obvio que hay que viajar, escuchar y leer a otros, pero ello no significa ser turifera- rios, incensarios ni verlos como amos y señores ni rendirles adoración y pleitesía, como si fueran seres superiores. De esas experiencias se debe adaptar lo que sea aplicable a nuestra idiosincrasia, pero no adoptar por esnobismo.
Invito para que en 2018 despertemos, hagamos a un lado el velo de la minoría de edad, y nos atrevamos a pensar. Para ello, autores como Étienne de la Boétie, J. S. Mill, Isaiah Berlín, Fernando González, Estanislao Zuleta, podrían ser de gran ayuda para encontrar nuestro propio camino. A Colombia no le faltan patrones, líderes, jefes, caciques. No. Pero sí, pensadores, ciudadanos decentes, sociedad e instituciones fuertes. Menos servilismo, menos imitación, menos docilidad. Mejor: Atrévete a pensar, atrévete a saber. ¡Sapere aude!