Celulares en los conciertos: debate entre grabar o disfrutar
Los dispositivos móviles cambiaron la dinámica de los conciertos. Antes, tomar una foto o grabar un video dependía de equipos externos que no se permitían. La discusión es tendencia.
Teatro Metropolitano de Medellín, noviembre 19 de 2016, 8:10 de la noche. Andrés Calamaro se presentaba en la ciudad en su gira Licencia para cantar. Bastaron dos canciones para que el artista argentino hiciera público su descontento con un asistente, ubicado en las primeras filas del teatro y quien lo enfocaba con su celular. “No tengo nada contra tu luz interior, pero la de tu cámara me desconcentra mucho”. Pasó el disgusto, muchos continuaron grabando, pero fueron más discretos, desactivaron el flash. Otros, la mayoría, aceptaron la invitación del artista de apagar sus móviles y disfrutar.
No pasó lo mismo en el último concierto de la cantante de soul inglesa Estelle, en Aruba. Empezó el show con cientos de celulares registrando el momento. También aguantó solo dos canciones. La cantautora regañó al público manifestando que si habían ido a verla a cantar debían apagar sus smartphones. El cómo lo dijo molestó a la audiencia, se dio una desconexión con el público o quizá fue este el que se desconectó de ella. A partir de ahí fue moverse a contracorriente para tratar de mantener la función.
Nuevas herramientas
Carlos Scolari, profesor de la Universitat Pompeu Fabra en Barcelona y coordinador del proyecto de investigación Transmedia Literacy de la Unión Europe, recuerda que estas prácticas no son nuevas, él mismo usó una grabadora en un concierto de Queen en Argentina en 1981 y tomó dos rollos de fotografía. “La gran diferencia es de escala: los dispositivos móviles son mucho más pequeños, tienen mayor calidad y, aquí está el cambio, resulta más fácil distribuir los contenidos en las redes”.
Para Víctor Solano, analista en comunicación digital, la llegada de los móviles ha dado pie a nuevas estéticas y sensibilidades en los asistentes a un concierto, quienes buscan capturar en imagen o video momentos específicos para verlos luego, compartirlos y hasta transmitirlos en tiempo real con su red de contactos.
“La otra mirada, la del vaso medio vacío, es que el asistente pierde contacto con el mismo artista por estar pendiente de generar contenido y molestar a quien tenga alrededor, a pesar de ello considero que hay que mirar el tema sin satanizarlo”.
Lo contrario considera Juan Camilo Díaz , analista de Medios y cultura digital de la Universidad de la Sabana, quien piensa que hay en la colectividad una necesidad creada por las redes sociales y los celulares de estar contando no sólo todo lo que se hace sino también en dónde se está, una especie de narcisismo.
“Físicamente estamos en el concierto, pero nuestra mente analiza diferentes posibilidades: dónde lo publico, cómo lo publico y cuántos likes (me gusta) voy a tener. Es el afán de que mis seguidores y amigos sepan dónde estoy y qué tan bueno lo estoy pasando, pero no asisto realmente, veo el concierto a través de la pantalla y lo hago con el fin de encontrar retribución en los otros”.
Una mirada distinta es la que entrega Hernán Darío Gil, antropólogo y docente del centro de Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, quien considera que más allá del narcisismo hay una obsesión por saber de la vida de los demás. “Si yo estoy en un concierto debería estar disfrutándolo al máximo, hay algunos que comparten contenido, pero me queda la inquietud sobre aquellos que están revisando la vida de los otros, muchos están pegados revisando las redes sociales de los demás y perdiéndose el concierto”.
El hecho de estar cerca del artista es para algunos razón suficiente para tomar fotografías y videos, “es guardar el recuerdo de algo que no puedan tener los otros”, precisa Solano, quien añade que si el fanático se encuentra a mucha distancia del artista pues grabar desde una cámara del celular no sería tan lógico porque no se ve bien y se perdería el momento. “En esas condiciones es mejor gozar del concierto y no capturar un mal registro”.
No pasa solo en conciertos
No se puede negar que el consumo de experiencias ha cambiado con la permanencia y dependencia de los dispositivos móviles. Díaz considera que lo que pasa en los conciertos es preocupante, pero le inquieta más que el tema haya trascendido a espacios tan cotidianos como la permanencia en una playa hermosa, la imagen de una montaña muy bonita o un cielo muy azul. “No se aprovecha para disfrutar de ese momento con todos los sentidos sino que ahora lo primero que se hace es tomar una foto para contarle al mundo que ahí estoy yo”.
Otro ejemplo es lo que ha pasado en los mundiales de Fútbol. “En Sudáfrica (2010) la Fifa prohibió que los asistentes compartieran videos en Youtube. En el mundial de Brasil, cuatro años más tarde, organizó un concurso de videos hechos por fans. Creo que esa es la actitud correcta a seguir”, afirmó Scolari, y añadió que se deben comprender los cambios en la ecología de los medios y saber aprovecharlos. “Es simplemente ridículo intentar prohibir este tipo de prácticas”, concluyó.
Los derechos de autor
Previo a un concierto los organizadores reciben, en algunos