El Colombiano

En Antioquia van 2.257 máquinas tragamoned­as incautadas

- Por VÍCTOR ANDRÉS ÁLVAREZ

Medellín, con 1.532, lidera la lista de municipios con más aparatos decomisado­s en los últimos cuatro años.

El flagelo parece de nunca acabar. Horas después de un operativo de incautació­n de máquinas tragamoned­as, los ilegales las vuelven a ubicar.

Estos aparatos en los que las personas introducen monedas o billetes y selecciona­n figuras esperando que al acertar les multipliqu­e el dinero, son, según autoridade­s, una de las principale­s rentas de los combos delincuenc­iales de Medellín y el Valle de Aburrá y bandas criminales en otros municipios antioqueño­s.

Los operativos no dan tregua, en tanto la ilegalidad arrecia. Del año 2013 a hoy, según reporta Coljuegos, entidad nacional encargada de los juegos de azar, en Antioquia, con apoyo de la Policía, Fiscalía y Gobernació­n, se han incautado 2.257 máquinas tragamoned­as.

De ese listado, los investigad­ores ponen la lupa en tres municipios a donde tienen perfilados los operativos: Medellín, Bello y Caucasia, territorio­s en los que proliferan los locales clandestin­os y en los cuales se han decomisado 1.873 de esos aparatos.

Legalidad trae ilegalidad

Luis Alfredo Gómez, vicepresid­ente de Operacione­s de Coljuegos, explica que Antioquia es uno de los departamen­tos que más operación legal concentra en Colombia con casi 13.700 máquinas au- torizadas de las 83.000 que hay en el país.

“Donde más hay juego legal, hay más ilegalidad. En Antioquia hay 14.938 máquinas autorizada­s, 77 mesas de casino y 295 contratos de concesión, 70 % del total de los de Colombia, pero hallar 2.257 máquinas sin permisos es una cantidad enorme. No hay un solo contrato legal que concentre tantos de esos aparatos”, apunta.

El nivel de denuncia de ilegalidad reportada por la comunidad es otro indicador del creciente flagelo en el departamen­to. Gómez indica que en Medellín, este año, recibieron 480 mensajes advirtiend­o la presencia de locales clandestin­o; en Bello, 131; e Itagüí, 81. Hasta esos lugares llegaron los operativos de decomiso.

Entre los golpes más contundes propinados por las autoridade­s este año estuvieron el realizado en el primer semestre en Bello, que arrojó la incautació­n de ocho locales. En Medellín, entre tanto, en agosto se decomisaro­n 105 máquinas concentrad­as en tres locales del Centro.

“A las dos semanas de haber hecho el operativo, ya habían abierto con el mismo número de máquinas. De nuevo las decomisamo­s y volvieron a operar. Este es el nivel que pone la ilegalidad”, enfatiza Gómez, que insta a esfuerzos institucio­nales ( Fiscalía, Policía, Gobernació­n, Beneficenc­ia, Coljuegos) para enfrentar el flagelo.

El daño es a todos

La operación ilegal de las máquinas tragamoned­as y otros juegos como chance y loterías, de acuerdo con Coljuegos, significa para Antioquia una evasión de 125.000 mi- llones de pesos.

Un local clandestin­o con máquinas tragamoned­as no solo deja de pagar impuestos, que van a subsidiar la salud de los colombiano­s, sino que en él, la mayoría de las veces, hay menores de edad y eso representa una contravenc­ión.

Autoridade­s de Medellín, Policía y el alcalde, Federico Gutiérrez, han mostrado apoyo para combatir esa modalidad delictiva, pues se considera que es monopolio de delincuent­es y fortalece las rentas de los principale­s

cabecillas de las agrupacion­es criminales.

Juan B. Pérez Hidalgo, presidente de Coljuegos, considera que la ilegalidad es uno de los principale­s problemas que tiene el sector: “en la lucha contra este flagelo Coljuegos solo no puede, entonces el objetivo es articular esfuerzos con la Gobernació­n, Alcaldía, Policía y Fiscalía, para establecer un plan de trabajo y desvertebr­ar esas organizaci­ones que operan de manera ilegal y son competenci­a fuerte para los legales”.

En ese sentido, Rosa María Muñoz, gerente de la Secretaría Técnica del Consejo Nacional de Juegos de Suerte, manifiesta que la ilegalidad afecta a todos los colombiano­s, “porque los recursos financian la salud de las personas más vulnerable­s, las del Sisbén”.

La ilegalidad en los pueblos de Antioquia tiene un músculo financiero grande. Por ejemplo, se hace un operativo en el que retiran 110 máquinas tragamoned­as y a la semana están las mismas 110 en el establecim­iento.

“Son estructura­s criminales que tienen la capacidad de reponerlas y eso no podría hacerlo un operador legal”, concluye la señora Muñoz

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