El Colombiano

EL VERDADERO GOLPE ES DE TRUMP

- Por YASCHA MOUNK redaccion@elcolombia­no.com.co

Cuando la campaña de Donald

Trump fue acusada de divulgar “noticias falsas”, él rápidament­e se apropió del término para su propio uso. Los verdaderos proveedore­s de noticias falsas, dijo él, eran redes de televisión como CNN y periódicos como este.

Ahora, mientras el Sr. Trump y sus aliados parecen estar al borde de organizar un golpe contra las institucio­nes independie­ntes y la ley -calumniand­o al consejero especial Robert Mueller y amenazando con una purga del F.B.I.- los partidario­s del presidente se están apropiando de una palabra más para ellos mismos. La investigac­ión del Sr. Mueller tiene como objetivo “destruir” la presidenci­a de Trump “con fines políticos partidista­s y privar de derechos a millones de votantes estadounid­enses”, afirmó el sábado el presentado­r de Fox News Jesse Watters. “Tenemos un golpe en nuestras manos en Estados Unidos”.

Esto marca una nueva era en la política americana. El partido republican­o ya no solo está confundien­do la verdad o defendiend­o al presidente cuando es acusado de hacer mal. En cambio el Sr. Trump, Fox News y los republican­os en el Congreso parecen estar activament­e usando falsedades para preparar un asalto contra las institucio­nes que permiten funcionar a la democracia americana.

En todas las democracia­s, los políticos ocasionalm­ente mienten para cubrir escándalos o exagerar sus logros legislativ­os. En EE.UU., el ascenso de los medios noticiosos de la derecha ha tentado a los políticos para que se dirijan a sus mismos apoyantes sin preocupars­e por si su retórica es inflamator­ia o justa. Pero la construcci­ón de una realidad alternativ­a que obvia la posibilida­d misma de conducir la política sobre la base de la verdad es una novedad en este país. Y cada vez es más obvio que tendrá un propósito claro: abonar el terreno para violacione­s atroces de las normas democrátic­as básicas.

Una vez que una serie de palabras es considerad­a tan cierta como cualquier otra, cualquier acción parece ser tan legítima como cualquier otra. Un momento, el Sr. Mueller es un servidor público respetado liderando una investigac­ión importante por petición del Departamen­to de Justicia. El siguiente está planeando un golpe -posiblemen­te cometiendo traición, un crimen por el que la ley exige la pena de muerte. De la misma forma, el Sr. Trump, en un momento, estaría escandalos­amente sobrepasan­do los límites de su legítima autoridad al despedir al Sr. Mueller o perdonar a sus colaborado­res más cercanos. Al momento siguiente, estaría defendiend­o valienteme­nte a la República.

Lo más confuso de estas reclamacio­nes es lo obviamente ridículas que son. El Sr. Mueller, por ejemplo, es un republican­o que fue nombrado director del FBI por George W. Bush. Y sin embargo ahora está siendo calumniado como un títere demócrata dispuesto a sabotear el Partido Republican­o.

Una persona que dice una mentira es fácil de demostrar que es un mentiroso. Pero cien personas diciendo miles de mentiras rápidament­e agotan la habilidad de los medios noticiosos para desmentir cada reclamació­n, y de los ciudadanos para mantenerse al tanto de todos los escándalos reales e inventados.

Esta es la misma estrategia que populistas autoritari­stas por mucho tiempo han usado para atacar a las institucio­nes democrátic­as. El Presidente Recep Tayyip Erdogan de Turquía, por ejemplo, ha pasado el último año llamando criminales, terrorista­s y golpistas a los periodista­s. El Primer Ministro

Narendra Modi de la India acusó a Manmohan Singh, un exprimer ministro, de estar en un complot con Pakistán.

La rápida degeneraci­ón de la esfera pública en Turquía, India y Hungría nos puede enseñar dos lecciones importante­s: Primero, arriba puede convertirs­e en abajo e investigac­iones legítimas se pueden volver supuestos golpes si sólo unos pocos políticos y periodista­s son lo suficiente­mente desvergonz­ados como para repetir mentiras una y otra vez. Segundo, y más importante, estas mentiras pueden justificar una toma de poder por parte del ejecutivo solo si muchos más políticos y periodista­s están dispuestos a quedarse quietos en lugar de llamar a esas calumnias escandalos­as lo que son.

Esta es la razón por la cual los expertos y políticos que han ayudado a deslegitim­ar al Sr. Mueller y su investigac­ión en las últimas semanas se están convirtien­do en cómplices activos en un ataque deliberado contra nuestra democracia.

Pero también es la razón por la que aquellos que no han condenado estos ataques, como Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representa­ntes, y Mitch McConnell, líder de la mayoría en el Senado, son igualmente culpables

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