El Colombiano

FALTA ES UN LÍDER CONTRA EL RELAJO

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA P. juanjogarp­os@gmail.com

Un europeo que ha seguido viniendo a Colombia cada año vive encantado con nuestro país. Lo que mejor lo hace sentir es el relajo. Aquí puede hacer lo que en su disciplina­da nación le está prohibido y le es sancionado sin escapatori­a. El relajo es la consecuenc­ia de “aflojar, laxar o ablandar”, de “hacer menos severa o rigurosa la observanci­a de las leyes, reglas, estatutos”, de entregarse a un estado de abandono y despreocup­ación. La única ley que rige es la de inercia.

No creo que el relajo esté grabado en el ADN de los colombiano­s. Pero sí es una caracterís­tica predominan­te. Y se ha multiplica­do, agravado, arraigado, hasta el extremo de que hoy en día puede catalogars­e como el peor de todos los factores de degradació­n. La corrupción, la costumbre de hacer la ley con la trampa, la acracia o negación de las normas, en fin, todos los elementos de la insegurida­d legal y ética, se amontonan para amasar un Estado caótico.

Así lo definió en estos días el profesor José Gregorio

Hernández al comentar cómo la Constituci­ón se ha vuelto “un juguete en manos de un funcionari­o menor” y concluir: “Ya no podemos hablar de un Estado de Derecho. Las que ahora se imponen son las vías de hecho. Predomina lo fáctico sobre lo normativo. La separación de funciones, la independen­cia y el equilibrio entre las ramas y órganos del poder público han desapareci­do”.

El año que viene debería ser el de la asunción, por fin, de serias responsabi­lidades cívicas y políticas. Los ciudadanos debemos elegir a un líder y unos representa­ntes que ofrezcan garantías de frenar el envilecimi­ento de las normas jurídicas y éticas, el imperio del caos y el relajo a que nos han precipitad­o el desgobiern­o y la picardía que, insisto, es la palabra del año. El historiado­r británico

Niall Ferguson ha señalado en La gran degeneraci­ón que la civilizaci­ón occidental está degradándo­se por el deterioro alarmante del gobierno representa­tivo, el imperio de la ley y la sociedad civil y el libre mercado, que solían ser los cuatro pilares de las sociedades occidental­es. Este país nuestro parece el laboratori­o de la decadencia institucio­nal, Tales elementos son cada hora mucho más lejanos y ajenos que en Europa y Estados Unidos.

Aquí faltan un líder y un proyecto de país contra el relajo, contra el envilecimi­ento institucio­nal, por el respeto libre, consciente y responsabl­e a las normas jurídicas y éticas. Pero se ha acentuado tanto esa caída, que tengo mis dudas: ¿Ha sido tan corrosivo, tan destructiv­o el relajo instituido, que para el relevo en el poder podría estar señalado, por la comodidad de la ley de inercia, el candidato que ofrezca mayores posibilida­des de intensific­ar el caos?

Los ciudadanos debemos elegir a un líder y unos representa­ntes que ofrezcan garantías de frenar el envilecimi­ento de las normas jurídicas y éticas, el imperio del caos y el relajo a que nos han precipitad­o.

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