EL TRIUNFO DE LA INCOMPETENCIA
Donald Trump y Nicolás Madu
ro son los personajes más nefastos de la política internacional en este año que termina. Del primero, egocéntrico e impulsivo, podemos decir que destruyó la poca confianza que quedaba en el multilateralismo como opción de diplomacia. Del segundo, torpe y corrupto, bastará con reconocerle su enorme capacidad para destruir sobre lo destruido.
En Colombia, inmersa en los enormes desafíos de la implementación del proceso de paz con las Farc y el inicio de una sucia campaña presidencial, lo que ocurre en Venezuela resulta más apremiante. La acelerada carrera hacia el abismo que promueve Maduro parece no tener ningún tipo de atenuantes, ni por pre- sión internacional ni por la oposición política interna, dinamitada por egos y conductas erráticas. Ningún país como el nuestro, desigual y plagado de ilícitos por sus propios méritos, resulta más afectado por el camino dictatorial vecino. El gobierno de Juan Manuel
Santos, que ha jugado a la manipulación y al oportunismo con Caracas, tiene un porcentaje de culpa en la debacle. Le lavó la cara a una revolución autoritaria mientras eso le permitía adelantar las negociaciones con la guerrilla y una vez firmados los papeles con Timochenko salió a denunciar lo evidente: que la democracia está seriamente debilitada, que la fuerza pública responde con una violencia incontrolable ante las protestas, que el sistema electoral está viciado y que son muy pocas las posibilidades de un diálogo entre Miraflores y la oposición.
Tras la peor crisis que haya vivido el chavismo desde su llegada al poder a finales del siglo pasado, Maduro logró finalizar el 2017 con una bocanada de aire insospechada. Jugaron a favor la instalación de la Asamblea Constituyente y unas elecciones regionales sin contrape- so político. Los nuevos vientos llevaron al envalentonado presidente venezolano al anuncio de amenazas como la eliminación de los partidos opositores y su intención de repetir mandato sin ninguna talanquera.
¿Qué opciones quedan si las sanciones del exterior son utilizadas como propaganda del chavismo y el camino de una democracia participativa se estrechó tanto que está próximo a desaparecer? La esperanza para 2018 recae en un mayor activismo ciudadano que tendrá que reinventar la calle como escenario de protesta pacífica. Es un reto enorme y parece imposible. Hay que entender que el gran triunfo de Maduro no fue sobrevivir, sino desgastar los métodos de quienes se le oponen
La esperanza recae en un mayor activismo ciudadano que tendrá que reinventar la calle para protestar