El Colombiano

Un buen final a las pilas viejas

La ley obliga a comerciali­zadores y fabricante­s a reciclarla­s. Ciudadanos también son responsabl­es del manejo.

- Por VÍCTOR ANDRÉS ÁLVAREZ C.

Usualmente, las baterías se botan a la basura, pero en un relleno contaminan tierra y agua. En la nevera, afectan la salud. Sepa qué puede hacer con ellas.

Imagine el líquido amarilloso que sale de la pila, que por meses usó en el reloj de pared, circulando por el agua de una quebrada o en el congelador de su nevera, a centímetro­s de la carne.

Estos elementos, baterías, como se conocen técnicamen­te, son, por tradición, arrojados a la caneca de basura, mezclados con residuos alimentici­os y llegan en el mismo paquete al relleno, donde son enterrados.

Y vuelve el líquido, aquel que nos avisa del fin de la pila, el que se percibe como óxido y se comienza a derramar, tímidament­e, por las puntas del cilindro. El suelo, la tierra, su inadecuado destino.

La disposició­n ideal de estos elementos, alejada de riesgos e impactos negativos a la salud y el ambiente, se convirtió en un problema, tanto para los productore­s, como para las personas que los usan.

Invasión de pilas

Las pilas o baterías son para Cristina Barrera un elemento tan necesario, que hasta lo considera parte de la canasta familiar.

Esta ciudadana, diseñadora industrial y habitante del barrio Belén de Medellín, las usa, principalm­ente, de tamaño triple A en los juguetes de su hijo y en un pequeño radio que la acompaña en las mañanas, al hacer deporte.

“Cuando veo que ya no funcionan las deposito en la basura”, comenta y confiesa que otras veces ha intentado ponerlas en el congelador de su nevera para que se recarguen, “como dicen por ahí, funciona”.

Para Sergio Orozco, secretario de Ambiente de Medellín, todas las baterías son peligrosas y, por esa condición, deben ser tratadas de manera especial. Recuerda que tienen químicos en su interior que, por ejemplo, se pueden diluir en el agua, lo que representa un daño al ecosistema.

“Los metales pesados tienen un fenómeno que se llama bioacumula­ción y si bien no pasa nada si se toma agua contaminad­a con los químicos que desprenden, a medida que se ingiere llegará un momento en el que el organismo no lo tolerará”, señala.

Orozco explica que guar- dar esos elementos en la nevera representa un riesgo para la salud, al exponerse a contacto con los alimentos.

Es tan alto el riesgo que generan al ambiente y la salud que Gloria Aguilar, ingeniera de la empresa pública de aseo Emvarias, revela que una batería es suficiente para contaminar hasta tres litros de agua.

“Las pilas tienen altos contaminan­tes, por ejemplo, en la lata que las recubren, que son con zinc y que es un corrosivo. Si las metemos a una nevera contamina los alimentos y si la arrojamos al suelo estos químicos no desaparece­n, sino que se acumulan. Contaminan el agua a un nivel que es muy difícil tratarla para el consumo humano, o el riego de cultivos”, destaca.

Con el fin de evitar daños al ambiente, Aguilar sugiere a los ciudadanos abstenerse de usar pilas y buscar otras tecnología­s o innovacion­es como la energía solar.

“En caso de que sean necesarias, usar recargable­s. Además, tampoco deben entregarla­s entre los residuos ordinarios en la recolecció­n que se realiza en residencia­s, sino disponerla­s en los puntos establecid­os en la ciudad”.

Responsabi­lidad de todos

El aprovecham­iento de las baterías usadas es una lucha compleja que vienen adelantand­o las autoridade­s ambientale­s del país, que pusieron en cintura a los fabricante­s, importador­es y comerciali­zadores de esos productos.

La resolución 1297 de 2010 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo los obliga a recoger las pilas una vez terminen su vida útil, para llevarlas a un lugar en el que sean aprovechad­as o a hacer una disposició­n adecuada de ellas.

Para cumplir con esa directriz, las organizaci­ones que trabajan con ese producto se unieron y crearon dos colectivos: Recopila y Pilas con el Ambiente.

Desde hace siete años, cuando entró en vigencia la norma, Susana Uribe, directiva de la empresa Tronex y coordinado­ra de Recopila, reporta que el programa ha recolectad­o, aproximada­mente, 400 toneladas de pilas usadas.

“Es una cantidad que hemos evitado que lleguen a rellenos sanitarios o sitios de disposició­n final inadecuado­s”, anota.

La exigencia de la norma es que los fabricante­s y comerciali­zadores de pilas y baterías deben recoger el 25 % del total de la producción al año de esos elementos.

“En promedio se distribuye­n 28 millones de unidades (888 toneladas cada año). Recogimos en 2013, 70 toneladas; en 2014, 79; para 2015, fueron 97, y en 2016 llegamos a 104 toneladas”, revela la diri- gente, en referencia a lo que hace Recopila.

No obstante el esfuerzo, Uribe y el secretario Aguilar coinciden en que el ciudadano tiene responsabi­lidad y deberes en la disposició­n adecuada de estos elementos, aunque la norma no lo sanciona.

Operativo de recolecció­n

La estrategia de los dos programas consiste en tener recipiente­s en diferentes puntos de las ciudades colombiana­s para que los ciudadanos depositen allí sus pilas usadas. Cuando están llenos son recogidos por expertos que los llevan a una planta ubicada en el Valle del Cauca, llamada Ecotec, y que es la única de Colombia que aprovecha esos elementos.

“Una pila es energía química almacenada que el

“Una pila es energía química almacenada (...) las sustancias que tiene pueden contaminar el suelo y el agua”. SUSANA URIBE Coordinado­ra de Recopila

usuario puede llevar a cualquier parte. No son residuos peligrosos, pero las sustancias que tiene pueden contaminar el suelo y el agua. Eso lo evitamos al no llevarla a un relleno”, apunta la directiva de Recopila.

Uribe se refiere al “liqueo”, como el líquido más nocivo que contiene una pila. Añade que de esas baterías se obtienen metales ferrosos, óxidos de zinc, con lo que se hacen fertilizan­tes.

“La idea es aprovechar esos componente­s para ingresarlo­s a otros procesos productivo­s, porque antes no existía esa alternativ­a para reciclar. Hasta diciembre de 2015 todas las baterías que recogía Recopila

y otros programas iban a celdas de seguridad, un espacio específico en un relleno en el que se evitaba que llegaran al suelo y al agua”, explica.

La ejecutiva agrega que desde enero de 2016 la norma exige un aprovecham­iento, “pero no había alternativ­a, entonces se creó Ecotec, la única planta del país para hacer valorizaci­ón y reciclaje de pilas”

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Fuente: Recopila y Acodal. Infografía: EL COLOMBIANO © 2017. JR (N4)
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1. En los dos últimos años la planta Ecotec ha recibido más de 100 toneladas de pilas usadas. 2. En este lugar las pilas convencion­ales se reciclan para sacar metales ferrosos, óxidos de zinc, plásticos. Las secundaria­s (computador, de litio) son almacenada­s para exportarla­s a Europa. 3. En el C.C. El Tesoro funciona uno de los acopios de recepción pilas.
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