MIRADA DE FIN DE AÑO: SUBIRSE AL BALCÓN

Siempre será más fácil echarle la culpa a la economía, al mercado, al gobierno o esperar a que el otro año sea mejor. Esto es solo un cambio de fecha, lo otro es un cambio de mentalidad y ese es el cambio más difícil pero el más poderoso de todos.

Es común que a principios de año se hagan balances del año anterior o se planteen ideas para afrontar el año que inicia, y no seré la excepción. No es falta de tema para escribir, solo espero aportar una mirada diferente.

Siempre deseamos que el año que inicia sea mejor. Alguna vez leí –no recuerdo de quién– que quizás el año espera que quienes seamos diferentes y mejores seamos nosotros. Si no es así las cosas no van a cambiar.

Los fines de ciclo o etapas, como puede ser un año, son momentos para definir y planear esos cambios. Nos fijamos deseos o propósitos, unos para poderse comer las doce uvas a media noche; otros, más juiciosos, fijan me- tas y planes más detallados. En todo caso, salvo contadas excepciones, no son muchos los cambios reales y menos aún los que acaban siendo efectivos. Igual pasa en el ámbito organizacional que es del que usualmente suelo escribir.

El corre-corre de fin de año para cerrar de manera decorosa los resultados, se convierte para muchos de los líderes organizacionales en un descanso y desconexión que se extiende hasta mediados de enero para empezar nuevamente la carrera, en especial apenas se cierra el primer mes con números lejanos a los estimados. Inician los correctivos de corto plazo.

El inicio del año, que suele tener un ritmo más lento, no es aprovechado por los líderes para subirse al balcón y ver la organización y sus áreas desde una perspectiva diferente, como quien mira un partido de fútbol desde la tribuna –no desde el banco– buscando entender la dinámica, no solo siguiendo el balón y estresado por el marcador. ¿Quién es el rival?, ¿cómo se están moviendo sus jugadores?, ¿y los nuestros?, ¿qué ha cambiado en el juego?, ¿qué debe cambiar en la estrategia de juego?

Esta es una práctica de liderazgo, en apariencia simple y sí muy poderosa, del profesor Ronald Heifetz, de la Universidad de Harvard. Pero no se debe quedar en la parte táctica del juego, podría hacer que la nueva estrategia no funcione. ¿Qué cambia con esa estrategia o ese cambio en el juego? Ya el jugador número 10 no es el centro del plan. Ya las capacidades requeridas en los jugadores son otras (velocidad vs posesión de balón), ya las interacciones claves no son las mismas. ¿Y si hay que hacer cosas diferentes a las que habíamos entrenado?

No se trata de quedarse allí viendo el juego desde el balcón. Hay que volver al piso y seguir subiendo al balcón frecuentemente para adaptar el juego. ¿Qué pasa si empieza a llover?, ¿si nos expulsan un jugador?, ¿si se pone en riesgo quedarnos en primera división?, ¿si el juego ya no es fútbol?

Siempre será más fácil echarle la culpa a la economía, al mercado, al gobierno o esperar a que el otro año sea mejor. Esto es solo un cambio de fecha, lo otro es un cambio de mentalidad y ese es el cambio más difícil pero el más poderoso de todos