Es un laboratorio para viajes espaciales
La Luna es el sexto continente de la Tierra. No tiene mucha presentación que una especie que ha explorado su espacio inmediato no haga presencia allí. Somos afortunados de tener una “estación espacial natural” tan adecuada como la Luna para preparar futuras aventuras espaciales. No creo que muchas civilizaciones (si existen allá afuera) tengan este beneficio. Es además un lugar al que la luz y el viento solar llegan sin el obstáculo de una atmósfera o del campo magnético de la Tierra, lo que permitiría acceso a dos fuentes inagotables de energía: 1) la energía solar (el día dura en la Luna casi 324 horas) y 2) la energía potencial escondida en el Helio-3 (combustible para fusión nuclear). La Luna es nuestro laboratorio para viajes espaciales: está relativamente cerca, tiene un ambiente agresivo como el que encontraríamos en viajes a largo plazo, tiene una gravedad pequeña (permite despegar más fácilmente), tiene en abundancia los elementos para fabricar naves espaciales y sintetizar sus combustibles. ¡Mejor hangar espacial no me imagino! No hay casi ninguna dificultad para establecer una estación lunar. Gobiernos y emprendedores lo están planeando hace décadas. Solo hace falta el arrojo y asumir el riesgo (que no sea una empresa viable económicamente). Para la vida humana el ambiente lunar puede ser inicialmente intimidante (altos niveles de radiación ionizante), pero las misiones Apolo demostraron que no es tan mortal como se pensaba. En caso de una emergencia se puede traer al enfermo en un par de días. Y parece ser geológicamente rica lo que permitiría crear escondites frente a las amenazas espaciales. Creería que es más peligroso trabajar en lugares como la Antártida.