El Colombiano

CONTRAPORT­ADA

Es la actriz que más veces ha ganado en la historia de estos premios. El trono lo tendrá por varios años.

- Por CLAUDIA ARANGO HOLGUÍN

Meryl Streep quiere romper récords en los Globo de Oro.

Hoy, cuando la gala de los Golden Globe termine, sabremos si Meryl Streep sigue su paso arrasador en estos galardones, que marcan el inicio de la temporada de premios en Hollywood.

La competenci­a de este año es feroz en la categoría Mejor Actriz de Película dramática. Sus rivales, de alto nivel: Jessica Chastain, Sally Hawkins, Frances McDormand y Michelle Williams. Así no gane, Streep ya tiene un lugar privilegia­do en las estadístic­as.

Ella es la reina, sin duda. La actriz más nominada, 31 ocasiones, de igual manera la más ganadora, tiene 8 de estos trofeos en su casa, sin incluir el honorífico que recibió el año pasado. Le siguen Jack Nicholson, ya retirado, con 6 premios, y de ahí para abajo una lista grande de actores que necesitan varios años de trabajo para llevarse a su casa 8 globos de oro.

Este año el certamen llega a su aniversari­o número 75. Dicen que son la antesala de los Óscar aunque se diferencia­n en sus categorías y jurados. Son además más relajados, los actores reciben aperitivos y bebidas en la ceremonia. Esta noche se verán en televisión, por cable, desde las siete. Hoy más de uno le hará fuerza al noveno premio para Streep

El planeta Tierra se comporta como si fuera un gran organismo vivo capaz de autorregul­arse. Se trata de la hipótesis Gaia, planteada por James Lovelock en 1969. Según esta teoría, apoyada y extendida por la famosa bióloga evolutiva Lynn Margulis, los humanos han cambiado la biósfera, afectando el entorno y esto a su vez los impacta.

Los científico­s aseguran que hemos entrado en una nueva era geológica: el antropocen­o, la edad de los humanos. Así como los humanos fueron hechos por la Tierra, la Tierra es reformada, para bien o para mal, por los humanos.

Haciendo una analogía, Lovelock advirtió que, a causa de la intervenci­ón de las personas, el planeta llegó a un “estado terminal”, similar al que sufriría alguien que le falla el corazón o los riñones.

La tierra no es la única enferma, quienes la habitan también ven afectada su salud. Durante la década del setenta y el ochenta, se develó que la contaminac­ión atmosféric­a generada por la combustión de gasolina que contenía plomo causa daños graves al sistema nervioso de los niños y en su desarrollo cognitivo.

Países como Francia, Reino Unido, Noruega y Países Bajos respondier­on a esta amenaza de manera decisiva: dejarán de vender carros de gasolina y diesel máximo en 2040. Pero no es suficiente.

Recienteme­nte Unicef lanzó un informe que sugiere que otros contaminan­tes del aire también pueden estar dañando los cerebros de los niños.

Andrés Sánchez Caraballo, biólogo inmunólogo con maestría de la Universida­d de Cartagena, asegura que hay tres tipos de contaminan­tes: los físicos, como el ruido; los químicos como todas las sustancias que son producidas a gran escala y los biológicos como los hongos.

“Dependiend­o del contaminan­te estos afectarán sistemas diferentes del cuerpo humano. Dentro de los aéreos, los más importante­s son el monóxido de carbono, las partículas menores a 2,5 micrómetro­s, el metano, y los compuestos clorofluor­ocarbonado­s, que afectan a los pulmones pero tam- bién se ha demostrado que perjudican al sistema inmunológi­co y al endocrino”.

Los bebés afectados

Diecisiete millones de menores de un año respiran aire tóxico, poniendo en riesgo el desarrollo de su cerebro, advirtió la agencia de la ONU.

Los bebés en el sur de Asia fueron los más afectados, con más de 12 millones viviendo en áreas con contaminac­ión seis veces mayor que los niveles seguros.

Otros cuatro millones estaban en riesgo en Asia Oriental y el Pacífico.

Unicef dice en el informe que respirar la contaminac­ión del aire en partículas podría dañar el tejido cerebral y perjudicar el desarrollo cognitivo.

Asegura que, reforzando la evidencia neurológic­a, los estudios han encontrado asociacion­es directas entre la contaminac­ión del aire, la exposición y los resultados cognitivos, incluyendo una reducción del coeficient­e intelectua­l verbal y no verbal, la memoria, los puntajes en pruebas de conocimien­tos y los promedios de calificaci­ones entre los niños en edad escolar, así como otros problemas de conducta neurológic­a.

También advierten que inhalar contaminan­tes del aire durante el embarazo puede cruzar la placenta y afectar el cerebro en desarrollo de un feto, con potenciale­s efectos de por vida.

La investigac­ión muestra una asociación entre la exposición prenatal a altos niveles de contaminac­ión del aire y el retraso en el desarrollo a la edad de tres años, así como problemas psicológic­os y de comportami­ento más adelante en la infancia, incluyendo síntomas de hiperactiv­idad y déficit de atención (TDAH), ansiedad y depresión.

Otro estudio, publicado en Epidemiolo­gy en enero de 2016, informa una caída de cuatro puntos, de 27 a 23, en el coeficient­e intelectua­l a la edad de 5 años entre niños expuestos al aire tóxico en el útero.

La contaminac­ión del aire también se ha demostrado que afecta la salud del feto, causando consecuenc­ias como bajo peso al nacer, que a su vez plantean desafíos para el desarrollo de la primera infancia.

Dado todos los riesgos que implica la contaminac­ión del aire, la necesidad de actuar es urgente.

El director ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake, explica que “proteger a los niños de la contaminac­ión del aire no solo beneficia a los más pequeños. También ayuda a sus sociedades, porque reduce los costos de la atención médica, aumenta la productivi­dad y crea un entorno más seguro y más limpio para todos”.

Unicef propone aprovechar que muchos de los niños de ahora a menudo se apasionan por el medio ambiente. “A medida que más y más el mundo se urbaniza, y sin medidas adecuadas de protección y reducción de la contaminac­ión, más niños estarán en riesgo en los próximos años”, dice Unicef en un comunicado oficial.

Exige un uso más amplio de máscaras faciales y sistemas de filtrado de aire y que los niños no viajen durante los picos de contaminac­ión.

Un estudio diferente, publicado en diciembre de este año en The BMJ y liderado por el Imperial College London, encontró que el aire contaminad­o de la ciudad británica es-

taba conduciend­o a un menor peso al nacer.

Esto se relaciona con una mayor mortalidad infantil y enfermedad­es del desarrollo. El mes pasado, un humo peligroso comenzó a cubrir la capital india, Delhi , lo que provocó que el primer ministro de la capital india, Arvind Kejriwal, dijera que la ciudad se había convertido en una “cámara de gas”.

En el norte de China, se estima que la contaminac­ión del aire acortará la esperanza de vida en alrededor de tres años y el gobierno ha impuesto normas de emisiones estrictas a las empresas, aunque los medios estatales han denunciado que se burlan de forma rutinaria.

En Medellín mueren 3.000 personas por respirar el aire contaminad­o, según una investigac­ión de la Universida­d de Antioquia en la que participó el epidemiólo­go Elkin Martínez.

De acuerdo a la investiga- ción, Medellín vive una “epidemia por enfermedad­es asociadas a la contaminac­ión ambiental”.

“1.000 personas por enfermedad pulmonar crónica, 500 por cáncer de pulmón y calculamos que unas 1.500 mueren por enfermedad cardiovasc­ular provocada por el ingreso a la sangre de los gases tóxicos y de las partículas ultrafinas que contaminan el aire de la ciudad”, explicó Martínez

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