El Colombiano

Brayan, de la mano de Dios y de la cesta

El jugador del Inder Medellín es un seguidor de la NBA y los Cavaliers. Ayer fue la figura ante Itagüí.

- Por JULIO CÉSAR ACOSTA V. ESTEBAN VANEGAS.

Lanza de tres y ¡convierte! Eso escucharía Brayan Stiven Isaza Ramírez si le estuvieran narrando el partido en el Festival de baloncesto.

No es el más alto del equipo, pero en cada acción muestra habilidad y destreza para llevar el balón. Por lo general, lo buscan sus compañeros para que se encargue de armar el ataque y también para que lance, porque se tiene mucha confianza para hacerlo desde afuera.

Es muy afinado para marcar de tres. Ayer, de seis intentos que hizo, cuatro fueron efectivos. “Brayan no falla”, se escuchó en el banco y el que más celebraba esos puntos era el técnico del Inder Medellín, Javier Alejandro Mosquera.

En el maderamen, Brayan Stiven daba cátedra. No le valía que lo marcaran, porque bien fácil se desprendía del rival y dejarlo llegar cerca al aro representa­ba puntos.

“Antes de entrar a jugar baloncesto -lleva tres años- era muy bajito, pero mi hermano Jéfferson David me entusiasmó para que lo practicara porque me veía observando partidos de la NBA por televisión. Me fascina este campeonato y sigo a los Cavaliers y Warriors”.

Desde hace dos años no falta a los entrenamie­ntos en la uva del Tricentena­rio, por lo menos tres veces a la semana.

“Las prácticas me han ayudado a crecer y mejorar la técnica. Siento mayor confianza cuando tengo el balón y Dios me ayuda a marcar puntos cuando lanzo”, dice quien mide 1.70 y vive en el barrio Moravia.

A sus 13 años, considera que tiene mucho camino para conseguir lo que quiere. Su intención es ir paso a paso, llegar a la selección Antioquia, luego a Colombia y después

dar el salto a la NBA. “Mi gran sueño es jugar en los Cavaliers o Warriors. Quiero ser como LeBron James, a quien admiro y veo cada que juega”.

Lo primero que hace Brayan cuando entra a la cancha es pedirle a Dios que “meta muchos puntos” y que le dé confianza para hacer bien las cosas y entregarle el balón al que mejor esté ubicado.

“A mí me gusta el baloncesto porque es un deporte de grupo, en el cual todos nos colaboramo­s. El balón debe rotar y buscar penetrar al rival. La mayor felicidad es cuando se marcan puntos, bien sean de uno o de un compañero”.

Lo otro que quiere, es ser el mejor estudiante en el Instituto Educativo Fe y Alegría Luis Amigó, para correspond­erle a sus padres ( María Soraida y Henry David) el esfuerzo que hacen. Este año adelantará el octavo grado.

“Mis padres me apoyan mucho, mi mamá siempre me acompaña a los partidos. Por ellos y mis dos hermanos, quiero ser un profesiona­l para ayudarles”.

El baloncesto, dice, le genera adrenalina y le brinda “mucha felicidad”

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FOTO Brayan Stiven Isaza, de los 70 puntos que marcó su equipo, él hizo 22.

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