UNA MALA IDEA SOBRE INMIGRACIÓN
La inmigración se ha convertido en uno de los asuntos más polarizantes de nuestra época. Pero vale la pena recordar que este siglo abrió con una historia de familia e inmigración que fue tan contencioso como muchas de las historias que puntúan nuestro debate actual: el caso de Elián González.
En noviembre de 1999, cuando Elián tenía 6 años, abandonó Cuba en un bote pequeño con su madre, quien buscaba una vida mejor en la Florida. Ella y diez otros murieron cuando el bote naufragó en una tormenta. Elián sobrevivió agarrado de un neumático. Las cortes eventualmente decidieron que él debía regresar a Cuba a su padre en lugar de quedarse con parientes en la Florida. Allá permanece hoy.
Independiente de su postura frente a los argumentos legales subyacentes en el caso, la imagen de un niñito asustado siendo arrebatado de los brazos de un adulto protector por un equipo de agentes federales fuertemente armados permanece grabada en las mentes de muchas personas como un punto bajo en el debate de inmigración. Prepárese para la posibilidad de ver este tipo de escena de nuevo.
Como republicanos, cuyo partido ha avanzado de manera consistente y correcta para apoyar el papel esencial de las fami- lias en Estados Unidos, estamos profundamente preocupados por el daño que está a punto de hacerse a cientos de miles de familias que legalmente han llamado a Estados Unidos su hogar por más de dos décadas
Después del terremoto de 2001 en El Salvador que cobró más de 1.000 vidas y destruyó 100.000 hogares, Estados Unidos permitió que las familias duramente golpeadas vivieran y trabajaran en Estados Unidos. Este acto misericordioso fue uno de los muchos que Estados Unidos tomó para aliviar el sufrimiento de un desastre natural en una de las naciones más empobrecidas y con más problemas del hemisferio.
Ahora, después de dos décadas, la nación que mostró esa bondad se está preparando para revocarla y obligar a aproximadamente 200.000 salvadoreños a dejar los Estados Unidos, incluso aquellos cuyos hijos son ciudadanos americanos. (Juntos, tienen unos 190.000 hijos nacidos en Estados Unidos).
Es un error posiblemente dividir a tantas familias que por tanto tiempo han hecho de Estados Unidos su hogar - legalmente y por invitación nuestra.
Al priorizar los problemas de inmigración que enfrentamos, el caso de 200.000 salvadoreños que aceptaron nuestra invitación para vivir y trabajar aquí legalmente ni siquiera llegaría a la lista de los 10 primeros. El mayor desafío es, por supuesto, asegurar la frontera. Tiene que hacerse. La continua inmigración ilegal a través de la frontera sur y la actividad delictiva a menudo relacionada con drogas, el tráfico humano y la mano de obra no regulada son inaceptables.
A medida que nuestros líderes tratan de idear soluciones duraderas y humanas para los problemas migratorios más urgentes, es un error pensar que el enfoque correcto es mirar hacia atrás, volver a legislar decisiones de hace casi 20 años y desintegrar a las familias. De hecho, la acción contra las familias salvadoreñas es tan problemática que es difícil ver cómo no obstaculizará los esfuerzos en Washington para encontrar un terreno común en materia de inmigración.
Uno de los mejores líderes de nuestro partido, y del mundo, Ronald Reagan, también fue un defensor apasionado y articulado de familias fuertes. Una vez dijo: “La familia siempre ha sido la piedra angular de la sociedad estadounidense”.
Si creemos que las familias fortalecen a los Estados Unidos, hagamos todo lo que podamos para fortalecer a todas las familias que deciden llamar a América su hogar
Es un error pensar que el enfoque correcto es mirar hacia atrás, volver a legislar decisiones de hace casi 20 años y desintegrar a las familias.