El Colombiano

NADIE CREE

- Por MAURICIO PÉREZ perezmauri­cio61@hotmail.com

Este es un gobierno al que nadie le cree, en el que la sociedad no confía. Hemos llegado a unos niveles de fragmenta- ción, apatía y desengaño abrumadore­s. Creo que nuestro pobre desempeño económico, dejando aparte los problemas estructura­les que nos impiden tener una economía vibrante y vigorosa, pasan en gran medida por esta situación. Una de las variables más importante­s del desarrollo económico y concretame­nte del modelo capitalist­a es precisamen­te la confianza en el futuro y este gobierno no la genera. El capitalist­a, grande o pequeño, mueve su máquina si cree que sus inversione­s van a llegar a buen puerto. El consumo de los hogares también se mueve si las familias creen que sus ingresos tienen buena perspectiv­a. Me atrevería a decir inclusive que la baja en la calificaci­ón crediticia por parte de Standar & Poor’s a Colombia en diciembre pasado tiene que ver con esto. Más allá de las cifras, no le creen al gobierno.

Sabiendo que el pesimismo es nefasto para el país, uno entiende el desespero del presidente Santos al acusar a los medios de comunicaci­ón de estar minando la confianza con noticias negativas. Él sabe perfectame­nte que ese estado de desencanto, amargura y desánimo socava el desempeño de la nación. Pero busca el ahogado aguas arriba. Es tal el grado de alienación del Presidente con el tema que empieza a acusar a Colombia de “tener una enfermedad mental que solamente le permite ver las malas noticias y no apreciar las buenas noticias y que había que afrontar esta enfermedad y tratar de combatirla y curarla”. Se equivoca. El principal causante de esta alarmante situación de desánimo en la sociedad colombiana es él.

Uno de los papeles más importante­s de un gobierno, sea local, regional o nacional es, además de dar luces sobre la dirección en la que vamos, dar ejemplo del comportami­ento que debe tener una sociedad. ¿Qué ve el ciudadano del común, el de a pie, en la conducta de este Gobierno? ¿En su respeto por las reglas, las leyes, los dineros públicos? Nada que admirar.

Es posible que, como dice el presidente Santos, “Colombia es una sociedad traumatiza­da, sufre un trauma, porque ninguna persona, ninguna sociedad que viva tantos años de violencia puede dejar de tener ese trauma que es una enfermedad…” pero agregar que debido a eso “…la gente no va a apreciar que es mejor vivir en paz que vivir en guerra” sí es un despropósi­to. Creo que la gran mayoría de los colombiano­s queremos la paz, queremos vivir en paz. Es más, muchos apoyamos el proceso de paz a pesar del Presidente porque creemos que ese es el camino. Me atrevería a decir que muchos de los que votaron negativame­nte en el plebiscito lo hicieron más por ir en contra del Presidente que de los mismos Acuerdos y no porque les guste vivir en guerra.

El ejemplo que nos ha dado Santos y su gobierno es pésimo. La autoridad moral que tienen es mínima. Para liderar la necesaria reconcilia­ción y el encuentro de la nación requerimos que se acabe pronto su mandato y vengan líderes diferentes a los que nos han gobernado

Uno de los papeles más importante­s de un gobierno, es dar ejemplo del comportami­ento que debe tener una sociedad.

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