Sobreviva al síndrome postvacacional
Volver después del descanso a la rutina laboral o a las clases supone un drama para muchos. Que no le pase a usted.
Ayer, apenas ayer, usted estaba en la playa. El sol, el atardecer, la brisa, el descanso: piezas perfectas para desconectarse de su rutina diaria. Mañana, sí, mañana debe regresar al trabajo. A una oficina con aire acondicionado, una pantalla de computador que será su paisaje y una bandeja de entrada repleta de correos electrónicos sin leer. Suena horrible. ¿Cierto?
Para muchos, el motivo de su angustia no será el trabajo sino un aula de clase. Se llama síndrome postvacacional y, aunque no está aceptada como enfermedad en las principales clasificaciones internacionales, es un tema al que se le da importancia desde la psicología laboral.
En inglés lo llaman post-vacation blues y las personas experimentan, además de sentimientos de nostalgia por la finalización de esa temporada de descanso, síntomas físicos como cansancio, insomnio, pérdida de apetito, y en algunos casos, depresión.
Aunque esta sensación puede vivirla cualquier persona, independientemente de su grado de satisfacción laboral o académica, si es más frecuente en aquellas para las que trabajar o estudiar significa una carga pesada, una obligación. “Distinto a los que articulan esas actividades con su deseo personal y su pasión”, reitera Johnny Orejuela Gómez, jefe de pregrado de Psicología de la Universidad Eafit.
¿Qué hacer?
Las vacaciones deben ser pensadas como el momento para recargar energía. El Consejo de expertos de la revista Forbes dice que este síndrome se puede evitar desde la planificación del tiempo de ocio. Recomienda destinar un par de días antes del regreso para estar en casa y hacer actividades habituales, como revisar correos u organizar la agenda o útiles escolares para el primer semestre del año.
Son días de transición y su efecto es muy distinto al de llegar de vacaciones una noche antes y madrugar al otro día a su jornada.
Aún así, coinciden los especialistas, es normal que le cueste adaptarse por uno a dos días. Para evitar que el malestar se alargue hasta dos semanas o por meses, en los casos más extremos, siga estas recomendaciones