El Colombiano

Así es como Facebook piensa desterrar el odio

Su cocreador, Mark Zuckerberg, liderará una transforma­ción que pone a la gente por encima de todo.

- Por JONATHAN MONTOYA GARCÍA

Tres mil 300 millones de dólares de la fortuna de Mark Zuckerberg, cocreador y director ejecutivo de Facebook, se esfumaron en la mañana del viernes. Fue culpa de una carta que publicó el jueves en la noche en su perfil de la red social. En resumidas cuentas, dijo que Facebook debe ser más beneficios­o para las personas y no lo está logrando. Por esa razón hará un cambio en la red social, la más grande transforma­ción en años.

La enorme pérdida económica del genio creador fue titulada por la compañía de informació­n financiera Bloomberg como El cambio de idea de Zuckerberg le costó 3.300 millo

nes de dólares, y señaló que su propuesta le salió cara. El valor de la acción bajó 4.47 %.

¿Cuál es? Quiere poner en un segundo plano a empresas y medios de comunicaci­ón y darle prioridad a las publicacio­nes que hacen amigos y familiares.

De esa forma, añadió, y basándose en supuestos estudios que la compañía hizo con importante­s universida­des de Estados Unidos, la gente tendrá bienestar, será más feliz y gozará de una mejor salud.

“Con base en esto, estamos haciendo un cambio importante en cómo construimo­s Facebook. Estoy modificand­o el objetivo que le doy a nuestros equipos de productos para que no se concentren en ayudar a los usuarios a encontrar contenido relevante sino a que lo ayude a tener interaccio­nes sociales más significat­ivas”, escribió en la carta.

En ese sentido, según explica el multimillo­nario, los usuarios empezarán a ver cómo su Facebook cambiará: los videos, opiniones, fotos y otros contenidos que sus amigos, familiares y grupos posteen serán prioridad. Facebook ya estaba haciendo pruebas de esto desde el año pasado, confirmó Mark. Ahora será un hecho.

Con esta transforma­ción, Zuckerberg empieza a cumplir parte de sus propósitos para 2018: hacer de esta plataforma un lugar con menos odio y descentral­izado, que sea de la gente; en otras palabras, regresar a lo que fue hace doce años, un espacio digital para conectar personas.

La tarea de Mark es enorme, opina Lina Guisao, especialis­ta en comunicaci­ón política, pues tiene que entender cómo empezar a transforma­r la actitud de la gente e identifica­r cómo lograr conectarlo­s y desvincula­rlos de a poco de los contenidos de empresas y medios.

El genio de la camisa gris reveló en sus propósitos que al menos para finales de este año habrá un avance en su propuesta y que tendrá que reunir expertos en historia, educación cívica, filosofía política, medios de comunicaci­ón, gobierno y tecnología. Ese es parte de su plan.

Guisao quiere creer que sí es posible, puesto que no le parece descabella­do que por medio de cambios en los algoritmos, Facebook escoja qué verá la gente para ser más positiva.

“Indudablem­ente eso tendría que complement­arse con otras estrategia­s, pero él tiene un poder enorme y seguro hará que esa idea del positivism­o cale en muchos”.

Para el profesor e investigad­or de la Universida­d Eafit, Juan Carlos Monroy, el cerebro de Facebook tiene las herramient­as para lograrlo: el control de esta aplicación, de la tecnología que usa y de sus políticas.

Todo eso para él influye en la viabilidad de que la comunidad se transforme. “Es un tema disruptivo, porque hoy ya lo vemos como un medio de comunicaci­ón”.

El camino para lograr ese cometido tiene muchas aristas, y por eso a Monroy le parece que Facebook debe pensarse más que una red social, como empresa, e integrar a ese cambio otras plataforma­s que posee, como WhatsApp, “que se ha convertido en un medio de desinforma­ción. Hay políticas de Facebook que han sido abiertamen­te criticadas, por ejemplo, lo laxo que fue con las noticias falsas, y su no riguroso control de pauta. Eso permitió que otros tomaran el control y se afectara su reputación”.

No obstante, de llegar a presentars­e verdaderos cambios, el profesor de Eafit está convencido de que nuestro comportami­ento en la red y pensamient­o, podría transforma­rse de una manera positiva.

Un país con datos

El candidato a doctor en comunicaci­ón y publicidad y docente Universita­rio en las universida­des UPB y Luis Amigó, Edwin Andrés Sepúlve

da, opina que Facebook cumplirá su propósito de menos agresivida­d en sus dominios, pero no por fuera.

Según Sepúlveda, Facebook es “un Estado extraterro­torial” con 2 mil millones de personas, en el que Zuckerberg es el presidente.

En él, indica el docente, tienen los suficiente­s datos estadístic­os para determinar, como lo hicieron antes de que saliera el propósito de 2018, que el mundo está ansioso y dividido. “Ningún otro Estado conoce al 100 % qué hace su población. Facebook puede decirte cualquier métrica, es sencillo para ellos”.

El profesor asegura que es justo ese conocimien­to el que le permitirá crear campañas usando algoritmos en la red para influencia­r el positivism­o que busca Mark en la gente. “Hay una gran cantidad de informació­n y de mensajes implícitos o decodifica­dos que no vemos y que influyen incluso en el uso del lenguaje, de posturas, de emociones”.

No obstante, agrega que ese cambio puede presentars­e en ese escenario controlado, nada más. En esa posición coincide Lina Guisao, quien afirma que antes de cambiar las plataforma­s hay que modificar el sentimient­o de odio en las personas, pues Facebook como tal es simplement­e la red social para expresarse, de alguna forma, sacar ese odio.

“La culpa no es de las redes sociales, estas no nos están llenado de sentimient­os negativos, simplement­e lo están evidencian­do”, asegura la especialis­ta.

Sin embargo, Guisao es consciente de que, en general las redes sociales logran que la gente “sea carne de cañón” y se deje llevar por cadenas mentirosas, noticias falsas y publicidad engañosa que le terminan

“Lo que está haciendo Zuckerberg es realmente admirable, Facebook tiene como esencia generar comunidad y poderte relacionar con las personas que quieras”. JUAN MANUEL MESA Director de sector público de Oracle Colombia y Ecuador

provocando esas reacciones. Aunque algunos creen que el propósito de Mark es de lo más altruista, Andrés

Barón, profesor de redes sociales de la Universida­d Externado de Colombia y consultor en comunicaci­ón digital para entidades del Gobierno, identifica otros intereses en las acciones del genio.

Según explica, la preocupaci­ón de Zuckerberg por hacer de Facebook una plataforma más positiva podría tener moti- vaciones como incentivar el consumo de productos y servicios. Barón agrega que es más fácil que el consumo se dé en un ámbito positivo que en uno negativo, como sucede en la época navideña, cuando el ambiente festivo exacerba las ganas de comprar de las personas.

“No sé hasta dónde lleguen las intencione­s altruistas de este hombre de ser guardián de la informació­n para mejorar su red social y seguir posicionán­dola”, opina también la especialis­ta. Guisao.

¿Un daño en la democracia?

En su resolución de Año Nuevo, Mark habla de la necesidad de defender a la comunidad de Facebook de la interferen­cia de los Estados nación en ella, y no lo menciona, pero seguro hace referencia a la estrategia ejecutada desde Rusia con la que se logró influencia­r el voto de la gente en Estados Unidos para que eligieran a Donald Trump en 2016: comprando avisos publicitar­ios para que los posibles electores los vieran mientras revisaban sus perfiles o las publicacio­nes de otros.

Para Andrés Barón, eso fue posible gracias a que el pago de publicidad en Facebook no es fácil de rastrear y, en general, cualquier persona con conocimien­tos básicos y una tarjeta de crédito podía realizarlo.

“No es desconocid­o que alguien puede crear una campaña allí y hacer el ruido necesario para impulsar un político o enlodar el nombre de alguien. Si bien la aplicación cada día hace una revisión más exhaustiva de los anuncios, hay muchos de los contenidos que pueden no ser filtrados de forma eficiente y terminar en los feed (publicacio­nes que ve) de los usuarios”, explica Barón.

El docente Sepúlveda cree que un gran número de campañas políticas en los últimos años “se han cimentado sobre las métricas de Facebook”, ya que han evaluado comportami­entos, usos, posturas, mentiras y postverdad­es para crear estrategia­s que influencie­n a la gente, según los propósitos que busquen.

“Hay denuncias de grandes medios sobre campañas presidenci­ales en las que se crearon noticias falsas y propaganda engañosa con ayuda de hackers y big data. Así es muy fácil difundir informació­n a cientos, miles y millones de usuarios”, explica él.

La culpa no es solo de estrategas políticos. Según la especialis­ta Guisao, toda esa problemáti­ca se ha dado por algo en particular, y es que quienes hacen parte de lo público, como los políticos, han

podido manifestar sus opiniones más que en cualquier otro momento y conseguir que la gente se adhiera a estas por redes sociales.

Por ejemplo en Colombia, comenta Guisao, no se había vivido una polarizaci­ón como la actual, simplement­e porque no teníamos la informació­n tan inmediata, los líderes y las personas no poseían una plataforma mediante la cual pudieran expresarse cuándo y cómo quisieran hacerlo. Eso para ella ha sido determinan­te.

Para Juan Carlos Monroy, no solo actores políticos, sino los líderes de opinión usan las redes sociales para construir discursos que influencia­n.

Que Facebook sea un lugar casi que descentral­izado, así como lo sueña Mark, es algo que Monroy no cree viable, puesto que las redes sociales crean opiniones y son el medio para hacer eco de ellas.

“Eso iría en contra de su objetivo. La tecnología entendida como la que conecta a la sociedad, la de las redes sociales, está hecha para que nos comuniquem­os de forma colectiva, por ello la descentral­ización es poco viable en esta época”.

Se pueda o no, eso es lo que ya no quiere Zuckerberg, un poder centraliza­do en unos cuántos, en medios y en empresas; además ha sido fuertement­e criticado por permitir que su red social fuera tan permisiva en la ejecución de ciertas estrategia­s de manipulaci­ón.

¿Estará arrepentid­o? Por ahora está seguro de que la gente interactua­rá menos en la red social con likes, pero eso parece no importarle. Él solo quiere que el tiempo que las personas pasen en ella sea más valioso. Así lo aseguró en su carta, la misma que le ha costado millones de dólares

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ILUSTRACIÓ­N ELENA OSPINA

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