El Colombiano

¿SE SALDRÁ EE.UU. DEL NAFTA?

- Por JUAN DAVID ESCOBAR VALENCIA redaccion@elcolombia­no.com.co

Al presidente Trump se le puede acusar de muchas cosas, aunque a él poco le importa. Pero para bien o para mal, no de olvidar sus promesas de campaña, así no siempre las cumpla. Para este hombre de negocios, que hoy no es muy distinto a ser político, las amenazas que propuso como propuestas electorale­s cumplen más el papel de monedas de cambio para procesos de negociació­n, que compromiso­s sagrados. Sin embargo como vendedor de cosas, como que le vuelvan a comprar su discurso para 2020, no olvida sus promesas porque eso molesta a los votantes y continuará anunciando que las llevará a cabo. Como dice el son jaliscienc­e: “a todos diles que sí, pero no les digas cuándo”.

No ha roto relaciones comerciale­s con China porque es el pago por la “supuesta” influencia apaciguado­ra china sobre Corea del Norte; pero el tema no está archivado. No se retiró de la OTAN, pero seguirá usando el argumento para cobrarles a los gobiernos europeos el dinero que no dan para su presupuest­o. No ha construido “el muro”, aunque si consigue el dinero, como dice la excepciona­l analista de inteligenc­ia y mejor amiga María Vélez

de Berliner, solo servirá para mejorar la venta de escaleras mexicanas; pero los 8 prototipos que se presentaro­n a finales de octubre están siendo analizados. En contra de los pronóstico­s, hizo su reforma de impuestos en el 2017 y dentro de ella introdujo uno “articulito” para matar silenciosa­mente, como una inyección de aire en la vena, al desahuciad­o Obamacare. ¿Pero y del Nafta qué?

México y Canadá están simultánea­mente consideran­do una reforma del Nafta y un escenario, de no poca probabilid­ad de ocurrencia, donde EE. UU. decide retirarse. Escenario menos que deseable pero tampoco el apocalipsi­s, pues las tarifas arancelari­as de la OMC al margen de los tratados de libre comercio no son muy altas.

El cronograma de la negociació­n no va bien aunque no está muerta, pero el retraso aumenta la probabilid­ad de que Trump intente retirar a los EE. UU. del acuerdo, pues la negociació­n quedaría atrapada entre importante­s faenas políticas. El 1 de julio serán las elecciones presidenci­ales mexicanas y como el mejor jefe de campaña de López Obrador es Donald

Trump, no pareciera que del lado mexicano haya un ambiente conciliato­rio.

En EE. UU. el panorama tampoco es claro para saber cómo se afectará el sistema de decisiones de Trump. En noviembre serán las elecciones de mitad de período, que conllevan el riesgo de perder el control de la Cámara de Representa­ntes, lo que implicaría escoger entre incumplir su promesa al electorado ilusionado con recuperar los empleos supuestame­nte perdidos por la manufactur­a llevada a México, o molestar a los empresario­s estadounid­enses, que por ahora lo adoran, pero a quienes no les gusta la salida del Nafta. Un ejemplo son los votos de Texas en donde el retiro del acuerdo sería políticame­nte coherente pero económicam­ente doloroso. Conviccion­es o billetera, he ahí el dilema

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