MOTIVOS PARA LA DESCONFIANZA
Me gustaría poder decirles ahora, cuando la mayoría de ustedes remonta con esfuerzo el fin de las vacaciones, que este año que inicia será un tránsito tranquilo a través de la renovación política del país. Que las cosas pintan bien, que son prometedoras. Que mejorará la altura de la discusión entre nuestros dirigentes o quienes pretenden reemplazarlos. Que, en definitiva, en este 2018 de campañas, debates y votaciones, Colombia encontrará el rumbo tantas veces esquivo. La verdad es que creo justo lo contrario.
Aún sin el pistoletazo para la campaña presidencial, el panorama asusta por la poca claridad programática y la manipulación informativa. Las redes sociales se han transformado en un basurero sin límites. Entrar en ellas es un ejercicio poco constructivo y agotador en el que es más frecuente leer ataques para denigrar al contrincante que virtudes sobre el ideario propio. En un espectro que se mueve entre las mentiras ramplonas y las medias verdades, la maquinaria de desinformación es apabullante. De la algarabía es casi imposible encontrar algún análisis ponderado, alguna cuestión de altura, alguna reflexión objetiva.
Resulta descorazonador ser testigos de la falta de educación política en una ciudadanía agotada y desconfiada, convertida en una masa acrítica que repite lo que escucha sin el más mínimo reparo aun cuando se contradice a sí misma. Que dicen odiar la izquierda sin poder describir sus características. Que coronan de “facho” al primero que se opone a sus creencias.
La mayoría de los candidatos sacan réditos de la irreflexión. Es obvio que prefieren la obediencia a las preguntas y se aprovechan de la escasa memoria del electorado, de su apatía y su facilismo. De sus actuaciones más cercanas a la hinchada de fútbol que a la de ciudadanos comprometidos, capaces de replicar cadenas de WhatsApp que a todas luces son bulos, o noticias de portales cuyo solo nombre evidencia la falsedad. Basta con que la información reafirme sus creencias para convertirse en algo válido de compartir.
La porquería apenas empieza a subirnos por los tobillos. Faltan aún muchas semanas de ataques indiscriminados y denuncias sin fuentes. Meses enteros de insultos. Un 2018 de pocas ofertas de conciliación.
Perdónenme por amargarles el rato, pero son extrañas las veces en las que la sinceridad coincide con el entusiasmo
La mayoría de los candidatos sacan réditos de la irreflexión. Se aprovechan de la escasa memoria del electorado.