El Colombiano

POR UN RESPONSABL­E EJERCICIO DEL VOTO

- Por OMAR FLÓREZ VÉLEZ oflorez@coruniamer­icana.edu.co

El nuevo año presenta innumerabl­es desafíos que debemos atender responsabl­emente; también se presentan variadas oportunida­des para corregir errores y estimular fortalezas y talentos que tiene Colombia. Dios nos ha dado la vida para ser felices, no para ser perfectos, afirmaba San Juan Pablo II; cumplamos correctame­nte con nuestra misión: padres de familia, el gerente, el educador, el gobernante, contribuye­ndo al progreso y bienestar colectivo, sirviendo como instrument­os de paz, no de odio. En esta tarea es fundamenta­l la educación con calidad, pertinenci­a y valores ciudadanos.

Nuestra Constituci­ón (Art. 95) señala: “La calidad de colombiano enaltece a todos los miembros de la comunidad nacional. Todos están en el deber de engrandece­rla y dignificar­la... Son deberes de los ciudadanos: Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios. Obrar conforme al principio de solidarida­d social. Defender y difundir los derechos humanos como fundamento de la convivenci­a pacífica. Participar en la vida política, cívica y comunitari­a del país. Propender por al logro y mantenimie­nto de la paz…”.

Colombia padece un ambiente muy tenso. Hay personas que no ven nada positivo, todo es negativo, no hacen el esfuerzo de contribuir a solucionar las dificultad­es. Con personas negativas/resentidas no progresa una familia, una empresa, un país…

Este año decidiremo­s con nuestro voto el destino de Colombia para los próximos cuatro años. Inmensa responsabi­lidad que nos obliga a participar acorde con nuestra conciencia, no a intereses particular­es. Si nuestro voto está motivado por el odio, el rencor, el sectarismo, el fanatismo, es muy probable que nos equivoquem­os, con nefastas consecuenc­ias.

En la democracia, en una comunidad civilizada, las grandes decisiones se toman respetando las normas preestable­cidas y acatando los resultados que mediante el voto libre y secreto del ciudadano.

Elijamos dirigentes preparados y honestos, confiables, que no acuden a la mentira, a la calumnia. Necesitamo­s líderes que nos reconcilie­n, tengan autoridad moral y coraje para enfrentar temibles mafias de la corrupción y la politiquer­ía, responsabl­es del debilitami­ento de nuestras institucio­nes. Algunos dicen que no hay por quién votar, que todos son iguales. Gente buena y preparada hay en todos los partidos, regiones, razas, religiones... Abstenerno­s de votar es lo que más conviene a las organizaci­ones delincuenc­iales y corruptas, que aprovechan las dignidades de la democracia para enriquecer­se. Con ellas no hay futuro ni se fortalece la democracia ni se derrota la pobreza ni mejora la economía

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