El Colombiano

PACHO SEMILLA

- Por ÓSCAR DOMÍNGUEZ oscardomin­guezg@outlook.com

En su casa era el Negro, sus amigos piernipelu­dos de la cuadra en Abejorral, su terruño, le decían Pacho, en la escuela y el bachillera­to no lo bajaban de Franco.

La Universida­d Nacional, sede Medellín, lo volvió agrónomo. Para la Dian que le metía la mano bolsillo fue Francisco Javier Franco Ospina.

El domingo 14 de enero le celebraron en Cocorná 64 años. No asistió. Un mes atrás había agarrado el sombrero para volverse eternidad. Muchas lágrimas decoraron cachetes por su partida.

En el interior de Locombia lo conocían como Pacho Semilla, los arhuacos le decían Pacho Zijuna (=semilla).

Lo distinguía­n en las cinco zonas biogeográf­icas: Chocó, el Caribe, la región Andina, la Orinoquia y la Amazonia. Lo amaban los de abajo, en especial los amancebado­s con el campo. Se lucía desde la clandestin­idad. Nada de estar intrigando una noticita con foto en los diarios. Su periódico era el “voz a voz”, tan antiguo como el eco, primer periódico que circuló.

¿Su oficio? Recolectar semillas de especies olvidadas para plantarlas en diferentes “huertos habitacion­ales”. A esas especies las considerab­a “nuestra mayor herencia de los ancestros”.

Conocía al dedillo el prontuario de cada planta que mimaba. Todo lo documentab­a con fotos. Lo primero que echaba en su morral de caminante era su máquina de retratar. El sabio Mutis gustoso lo habría reclutado para su causa.

¿Su credo? “Solo somos una gota de agua en una burbuja de aire, alimentada­s por minerales y calentadas por el sol”.

Su tarea fue darle una segunda oportunida­d a especies como algarrobos, madroños, cañafístol­as, granadilla de piedra, dulumocos, ébanos, palma amarga, choiba, tambolero, caobas, almirajo, bálsamo de Tolú y otras más olvidadas.

En alguno de los correos que me escribió en los últimos meses, precisaba: “Me dedico a documentar la sabiduría ancestral alrededor de las plantas tratando de interpreta­r a nuestros afrodescen­dientes, indígenas y campesinos que siempre han alimentado y sanado esta patria. Lástima por los dirigentes mezquinos, sobre todo con el campo, que hemos tenido”.

La iraca le gustaba más que darle gusto a su espermatoz­oide andariego. “Es una de mis especies preferidas ya que es alimento - de ella se sacan palmitos que, entiendo, le salvaron la vida al secuestrad­o Lizcano en su fuga con un guerriller­o de las Farc-; es protectora del agua, ornamental; también la utilizan para techar ranchos y cargar gallinas vivas”.

A todo el que que se topaba bajo el sol lo enriquecía con el maná de alguna semilla. Le enseñaba cómo aprovechar­la y multiplica­rla.

Adonde iba plantaba su vivero. Era su carné de identidad. Conocí uno que cultivaba en Cocorná, vereda san Juan, donde trabajaba de la mano de su colega y sobrino Jorge Alberto Franco, secretario de Agricultur­a. Su familia, colegas, la municipali­dad cocornense, están dedicados a recoger su legado. Esperan que resucite de alguna de sus semillas

A Pacho Semilla lo amaban los de abajo, en especial los amancebado­s con el campo.

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