El Colombiano

TAREAS QUE ABRUMAN

- Por DIEGO ARISTIZÁBA­L desdeelcua­rto@gmail.com

Últimament­e, he oído a varios padres decir que después de las vacaciones ellos sufren más con el ingreso al colegio de sus hijos que retomando sus obligacion­es laborales. Al parecer, la lista de tareas que ponen hoy en los colegios es aterradora. Padres e hijos se trasnochan chuleando compromiso­s infinitos que deben ser entregados a primera hora para evitar el llamado de atención de una profesora.

En mis tiempos las cosas no eran así, había tareas, claro, son necesarias para practicar algo, para buscar ciertas cosas que se complement­aban al día siguiente con ejercicios, pero ni mis padres ni yo jamás nos sentimos abrumados. De hecho, no recuerdo que una lista de tareas estropeara un fin de semana. Había tiempo para todo después del colegio, especialme­nte para jugar o para leer solo por placer.

No sé si esta cantidad desbordada de tareas forme niños más inteligent­es, puede que sí; pero a la par pienso también en esos jóvenes que se doctoran antes de los 25 años sin haber vivido. En contraste, recuerdo a una gran profesora que apenas a sus 50 años le dio por hacer un doctorado. Para ella, hacer un doctorado nunca fue una prioridad en su vida, ella disfrutaba su vida familiar y se esforzaba por ser una buena profesora y eso, para mí, ya es demasiado. Buenos profesores cada vez hay menos, porque ahora abundan montones de teóricos con muchos títulos que no se conectan en clase con sus estudiante­s, no comprenden mucho al ser humano, la vida real.

De la misma forma, veo a los pobres niños de hoy más ocupados que estos candidatos PhD. Las calles y los parques cada vez se ven más solos por la tarde porque, para colmo, a la hora a la cual yo salía a jugar con mis amigos de la cuadra, los niños de muchos colegios ni siquiera han llegado, dan vueltas y vueltas en sus rutas escolares, duermen al vaivén de los eternos trancones que también nos están ahogando, quitando el tiempo y la vida.

Evgeny Kissin, un pianista prodigioso que me encanta, recuerda que cuando empezó a estudiar piano muy joven, solo le permitían practicar la lección durante 20 minutos diarios, el resto del día tocaba por placer. Tres años después llegó a tres horas por día, pero el tocar por placer seguía siendo el momento en el cual más aprendía.

Los niños y los padres necesitan tiempo para estar, para armar un plan, para sentir también el tedio cada uno a su manera. No está bien que antes de llegar a casa la lista de tareas sea tan agotadora que las pobres familias de hoy, en vez de ser familias sean centros donde se procesan sin cesar los deberes académicos. El universo es un sorprenden­te conjunto de maravillas al que solemos prestar poca atención, los colegios deberían entenderlo, pienso que así también se aprenden muchas cosas valiosas

No sé si esta cantidad desbordada de tareas forme niños más inteligent­es.

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