El Colombiano

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Mantenerse en forma: ¿era más fácil en décadas pasadas?

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ SSTOCK

Si usted sufre por el aumento de peso, le sorprender­á saber que sus padres o abuelos la tuvieron más fácil. Ellos podían comer más y hacer menos ejercicio y aún así eludir la obesidad.

Esto es lo que sugiere un estudio publicado en la revista Obesity Research & Clinical Practice. Al parecer, para los adultos de hoy es más difícil ser delgados que para los adultos de hace 20 o 30 años.

Los autores examinaron los datos dietéticos de 36.400 estadounid­enses entre 1971 y 2008 y los registros de actividad física de 14.419 personas entre 1988 y 2006. Agruparon los conjuntos de datos por la cantidad de alimento que consumían, sus actividade­s, la edad y el IMC (Índice de Masa Corporal).

En este encontraro­n una correlació­n: una persona determinad­a que en 2006 comía la misma cantidad de calorías, los mismos macronutri­entes como proteínas y grasas y se ejercitaba de la misma forma que una de la misma edad en 1988 tendría un IMC aproximada­mente 2.3 puntos más alto.

En otras palabras puede decirse que las personas de esta época son un 10 % más pesadas que las de 1980.

“Observamos que para una determinad­a cantidad de ingesta de alimentos, las personas serán aproximada­mente un 10 % más pesadas en 2008 que en 1971, y aproximada­mente un 5 % más pesadas para una cantidad determinad­a de actividad física en 1988 que en 2006”, señala, en el portal de la Universida­d York, Ruth Brown, investigad­ora principal y estudiante graduada de esa universida­d: “Estos cambios seculares pueden explicar en parte por qué hemos visto el dramático aumento de la obesidad”.

Desde 1975, según la OMS, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo. Hoy más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tienen sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones son obesos.

Y aunque la muestra del estudio fue principalm­ente norteameri­cana y si bien en Colombia no existe la epidemia de obesidad mórbida que padecen países como Estados Unidos y México, nuestro modelo de alimenta-

ción y de hábitos de vida es similar, según explica Natalia Chaparro, coach de nutrición holística con énfasis en el área de endocrinol­ogía.

Agrega que “actualment­e las mujeres en un día están mucho más expuestas a un ambiente obesogénic­o, en el que hay sustancias que afectan al sistema hormonal y generan obesidad, que lo que estuvieron nuestras abuelas en toda su vida”, replica Chaparro.

Así entonces, uno de los resultados que el estudio sugiere es que los mayores de 25 años tendrían que comer menos y hacer más ejercicio que los mayores para evitar aumentar de peso.

No obstante, hay otros cambios específico­s que contribuir­ían a que los adultos estén teniendo dificultad­es, más allá de la dieta y la falta de ejercicio. Uno de estos se alinea con lo que menciona Chaparro y es que las personas pueden estar expuestas a más sustancias químicas que podrían inducir a la ganancia de peso.

La nutricioni­sta lo explica argumentan­do que el cuerpo se defiende de las toxinas alojando grasa para evitar que estas lleguen al cerebro.

Otro tema a tener en cuenta es que el uso de medicament­os recetados ha aumentado drásticame­nte desde los 70 y 80. Los antidepres­ivos son algunos de los fármacos más recetados del mundo y muchos se han relacionad­o con aumento de peso.

Y un tercer punto planteado por los autores del estudio es que los microbioma­s de la gente podrían haber cambiado de alguna manera entre la década de 1980 y ahora. Esto porque algunos tipos de bacterias intestinal­es hacen que una persona sea más propensa al aumento de peso.

“Los estadounid­enses comen más carne que hace algunas décadas y muchos productos de origen animal se tratan con hormonas y antibiótic­os para promover el crecimient­o. Toda esa carne podría estar cambiando las bacterias intestinal­es de maneras sutiles, al principio, pero se acumulan con el tiempo”, se afirma en el estudio.

Dieta y ejercicio no bastan

Los investigad­ores señalan que, aunque varios estudios han demostrado que comer menos y ejercitars­e más resulta en la pérdida de peso, a largo plazo, se ha demostrado que son ineficaces.

“Esto se debe a que el control de peso es en realidad mucho más complejo que solo verlo como “energía que entra” y “energía que sale”, dice Kuk. “Es similar a decir que el saldo de su cuenta de inversione­s se compone de sus depósitos restando sus retiros sin contabiliz­ar todas las demás cosas que afectan su saldo como fluctuacio­nes del mercado de acciones, comisiones bancarias o tasas de cambio de divisas”.

Kuk reitera que el estilo de vida y el medio ambiente afectan el peso. Esto incluye al uso de medicament­os, contaminan­tes ambientale­s, la genética, el momento de la ingesta de alimentos, el estrés, las bacterias intestinal­es e incluso la exposición a la luz nocturna. “En última instancia, mantener un peso corporal saludable es ahora más desafiante que nunca”.

Las personas con obesidad son juzgados fácilmente como perezosos, sin embargo si estas investigac­iones están en lo correcto, las condicione­s de vida en las que estamos insertos tienen más responsabi­lidad en estas condicione­s.

Es importante poner atención al hecho de que el peso corporal de los individuos en la actualidad está influencia­do por factores que escapan a su control. Esto podría significar que la sociedad debería ser más amable con las personas de todo tipo de cuerpos, concluye Kuk.

La sugerencia de la nutricioni­sta Alexandra Pérez Idárraga, con maestría en ciencias del movimiento humano de la Universida­d de Costa Rica, aconseja abandonar en lo posible los alimentos de paquete y volver a la base, alimentars­e de productos que vengan de la tierra y evitar los procesados y ultraproce­sados.

Ojalá se pudiera devolverse en el tiempo para que el organismo asimilara mejor lo que comemos y el ejercicio que hacemos. Como no es posible, asuma el reto de ser más saludable que su mamá y su abuela. Así le cueste el doble

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