¿Simples residuos?
Desde que el Frente 1 de las Farc anunció, a mediados de 2016, que se apartaba del proceso de paz, la evolución territorial y organizacional de las disidencias no se ha detenido. Lo que inició entre Guaviare, Guanía y Vaupés se ha expandido a Meta, Caquetá, Nariño, Cauca, Putumayo y Valle del Cauca. Hoy en día, nuestros cálculos apuntan a que estos grupos tendrían entre 1.200 y 1.400 integrantes. Un claro aumento respecto de los 400 que en marzo del año pasado reportó el Ejército Nacional. Hay dos expresiones disidentes: las del Oriente, encabezadas por veteranos guerrilleros como ‘Iván Mordisco’, ‘Gentil Duarte’, ‘Cadete’ y ‘John 40’, entre otros, y las de Occidente en Cauca y Nariño, donde hay grupos del Frente 30 y 6, y de la Columna Daniel Aldana y el Frente 29, respectivamente. En Nariño, donde la gran preocupación eran las Guerrillas Unidas del Pacífico (Gup), al mando de ‘David’, se han sumado dos expresiones disidentes: los dos grupos en los que se dividió el Frente 29 –‘Resistencia Campesina’ y ‘Las Vacas’- y el Frente Oliver Sinisterra, al mando de ‘Guacho’. Ahora bien, no se pueden descartar los reportes sobre un grupo entre Putumayo y el sur de Caquetá, comandado por ‘Jairo’. Estos grupos, sin bien no están bajo un mando unificado, muestran una continuidad con el modus operandi de las Farc pre-desmovilización. Tienen mando y control territorial delimitado, y estatutos internos de comportamiento y relacionamiento con la población. Ejercen control social, control fluvial y sus acciones han tenido impacto humanitario, como el reclutamiento de menores, confinamiento de poblaciones y el desplazamiento forzado, tal y como ha ocurrido en el pacífico nariñense. Las disidencias cuentan con capacidad armada para cometer acciones de bajo y mediano esfuerzo militar, como el reciente atentado contra la Policía, en Mesetas (Meta). Pueden sostener operaciones contra otros grupos ilegales y tienen plena capacidad de resistir la acción del Estado. También se constituyen como una clara amenaza al Acuerdo de Paz. Esto ocurre con las disidencias de ‘Iván Mordisco’, en Guaviare, que se oponen férreamente a la sustitución de cultivos. La evolución de estos grupos no se detendrá en el corto plazo, por lo que se requiere de un diálogo abierto y franco sobre las reales dimensiones de este fenómeno que, lejos de ser residual, no se desmontará con capturas y focalización de objetivos de alto valor, como seguramente lo han venido haciendo las autoridades.