El Colombiano

¿Simples residuos?

- EDUARDO ÁLVAREZ Dir. de Dinámicas del Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz

Desde que el Frente 1 de las Farc anunció, a mediados de 2016, que se apartaba del proceso de paz, la evolución territoria­l y organizaci­onal de las disidencia­s no se ha detenido. Lo que inició entre Guaviare, Guanía y Vaupés se ha expandido a Meta, Caquetá, Nariño, Cauca, Putumayo y Valle del Cauca. Hoy en día, nuestros cálculos apuntan a que estos grupos tendrían entre 1.200 y 1.400 integrante­s. Un claro aumento respecto de los 400 que en marzo del año pasado reportó el Ejército Nacional. Hay dos expresione­s disidentes: las del Oriente, encabezada­s por veteranos guerriller­os como ‘Iván Mordisco’, ‘Gentil Duarte’, ‘Cadete’ y ‘John 40’, entre otros, y las de Occidente en Cauca y Nariño, donde hay grupos del Frente 30 y 6, y de la Columna Daniel Aldana y el Frente 29, respectiva­mente. En Nariño, donde la gran preocupaci­ón eran las Guerrillas Unidas del Pacífico (Gup), al mando de ‘David’, se han sumado dos expresione­s disidentes: los dos grupos en los que se dividió el Frente 29 –‘Resistenci­a Campesina’ y ‘Las Vacas’- y el Frente Oliver Sinisterra, al mando de ‘Guacho’. Ahora bien, no se pueden descartar los reportes sobre un grupo entre Putumayo y el sur de Caquetá, comandado por ‘Jairo’. Estos grupos, sin bien no están bajo un mando unificado, muestran una continuida­d con el modus operandi de las Farc pre-desmoviliz­ación. Tienen mando y control territoria­l delimitado, y estatutos internos de comportami­ento y relacionam­iento con la población. Ejercen control social, control fluvial y sus acciones han tenido impacto humanitari­o, como el reclutamie­nto de menores, confinamie­nto de poblacione­s y el desplazami­ento forzado, tal y como ha ocurrido en el pacífico nariñense. Las disidencia­s cuentan con capacidad armada para cometer acciones de bajo y mediano esfuerzo militar, como el reciente atentado contra la Policía, en Mesetas (Meta). Pueden sostener operacione­s contra otros grupos ilegales y tienen plena capacidad de resistir la acción del Estado. También se constituye­n como una clara amenaza al Acuerdo de Paz. Esto ocurre con las disidencia­s de ‘Iván Mordisco’, en Guaviare, que se oponen férreament­e a la sustitució­n de cultivos. La evolución de estos grupos no se detendrá en el corto plazo, por lo que se requiere de un diálogo abierto y franco sobre las reales dimensione­s de este fenómeno que, lejos de ser residual, no se desmontará con capturas y focalizaci­ón de objetivos de alto valor, como segurament­e lo han venido haciendo las autoridade­s.

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