SI RESPONDEMOS CAMBIAMOS, DE RESTO NO
El ministerio de Jesús comienza por el anuncio de la buena nueva que va a producir la gran revolución del mundo. Las esperanzas se han hecho realidad. Hay que tomar posiciones y la más necesaria es la de convertirse a Dios por la aceptación del Evangelio.
Unos cuantos hombres se sienten especialmente interpelados, lo dejan todo y le siguen. La llamada fue clara y urgente. Ellos rompieron con la situación en que vivían para adherirse a una persona en otro tipo de actividad: la colaboración más directa en el apostolado.
Jesús toma el relevo de Juan para insistir en la opción fundamental por Dios en Jesucristo: la conversión. El reino está cerca y hay que vivir para él, porque en él está la realidad verdadera del hombre y su destino. Quiere de- cir que es en Jesús donde hay que buscar sentido a la vida, porque él es el epicentro de toda aspiración y actividad humanas. Desde que el hombre descubra a Dios, es una necesidad vivir para él, y el descubrimiento de Dios se hace en su enviado Jesucristo. Comprender esto y ponerlo por obra se llama conversión, gesto fundamental que obliga no solo dejar un tipo de actividad para dedicarse a otra, sino orientar la vida y el corazón a una persona.
La llamada de los primeros discípulos es una llamada a la conversión, tras un encuentro aparentemente intrascendente, tiene lugar una transformación radical. Aquellos “llamados” lo dejaron todo, posesión y profesión, para irse con él. La llamada de Jesús sacude la conciencia para lanzar al hombre por nuevos caminos hacia la plenitud de la vocación humana: colaborar con Dios.
Los primeros discípulos se convirtieron en los pilares del apostolado. El proceso de su conversión fue una presencia sentida, una fascinación, una lla- mada apremiante y una respuesta decidida. No se volvieron atrás. Llegaron a mucho habiendo empezado desde poco.
La vocación de los primeros discípulos es una pauta de toda vocación al seguimiento íntimo de Jesús. Hay en ellos en primer lugar una disposición inicial de dejarlo todo por Dios, si él así lo pide. Y hay una segunda disposición de aceptarlo todo y amarlo todo de la manera nueva como Dios lo acepta y ama.
El auténtico discípulo del Señor ama menos lo que abandona y ama preferencialmente a aquel a quien sigue para no volverse atrás. La conversión es una realidad y una verdad, no algo a medias
La llamada de los primeros discípulos es una llamada a la conversión, tras un encuentro aparentemente intrascendente tiene lugar una transformación radical.