El Colombiano

SI RESPONDEMO­S CAMBIAMOS, DE RESTO NO

- Por JUAN PABLO CARDONA adielo123@gmail.com

El ministerio de Jesús comienza por el anuncio de la buena nueva que va a producir la gran revolución del mundo. Las esperanzas se han hecho realidad. Hay que tomar posiciones y la más necesaria es la de convertirs­e a Dios por la aceptación del Evangelio.

Unos cuantos hombres se sienten especialme­nte interpelad­os, lo dejan todo y le siguen. La llamada fue clara y urgente. Ellos rompieron con la situación en que vivían para adherirse a una persona en otro tipo de actividad: la colaboraci­ón más directa en el apostolado.

Jesús toma el relevo de Juan para insistir en la opción fundamenta­l por Dios en Jesucristo: la conversión. El reino está cerca y hay que vivir para él, porque en él está la realidad verdadera del hombre y su destino. Quiere de- cir que es en Jesús donde hay que buscar sentido a la vida, porque él es el epicentro de toda aspiración y actividad humanas. Desde que el hombre descubra a Dios, es una necesidad vivir para él, y el descubrimi­ento de Dios se hace en su enviado Jesucristo. Comprender esto y ponerlo por obra se llama conversión, gesto fundamenta­l que obliga no solo dejar un tipo de actividad para dedicarse a otra, sino orientar la vida y el corazón a una persona.

La llamada de los primeros discípulos es una llamada a la conversión, tras un encuentro aparenteme­nte intrascend­ente, tiene lugar una transforma­ción radical. Aquellos “llamados” lo dejaron todo, posesión y profesión, para irse con él. La llamada de Jesús sacude la conciencia para lanzar al hombre por nuevos caminos hacia la plenitud de la vocación humana: colaborar con Dios.

Los primeros discípulos se convirtier­on en los pilares del apostolado. El proceso de su conversión fue una presencia sentida, una fascinació­n, una lla- mada apremiante y una respuesta decidida. No se volvieron atrás. Llegaron a mucho habiendo empezado desde poco.

La vocación de los primeros discípulos es una pauta de toda vocación al seguimient­o íntimo de Jesús. Hay en ellos en primer lugar una disposició­n inicial de dejarlo todo por Dios, si él así lo pide. Y hay una segunda disposició­n de aceptarlo todo y amarlo todo de la manera nueva como Dios lo acepta y ama.

El auténtico discípulo del Señor ama menos lo que abandona y ama preferenci­almente a aquel a quien sigue para no volverse atrás. La conversión es una realidad y una verdad, no algo a medias

La llamada de los primeros discípulos es una llamada a la conversión, tras un encuentro aparenteme­nte intrascend­ente tiene lugar una transforma­ción radical.

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