EL MUNDO EN 80 LIBROS
Los hijos del capitán, de Julio
Verne, fue uno de los primeros libros de gran envergadura que leí. Verne cuenta la historia del rescate a un naufragio misterioso. La aventura lleva a la familia Grant a dar vuelta al mundo por las latitudes de Suramérica. Fue el libro que me enseñó lo que era la latitud como tal, me hizo imaginar por primera vez el mundo como planeta, pero además me mostró lo que es engancharse a una historia y seguirla hasta el final.
Este año comenzó muy duro para mí. Sobre todo en lo emocional. Terminé una maestría y de pronto me sentí como si me hubieran dejado sin mapa en la estación de tren de una ciudad enorme. Pocas veces en mi vida me he sentido tan perdida. Cada noche vienen a mí todo tipo de voces que me conminan a tomar un rumbo u otro. Durante años he estado soñando con alcanzar mis metas y hacer realidad al menos alguno de la gran cantidad de sueños que tengo. Pero no siempre es fácil, en primer lugar uno se presiona y en segundo hay circunstancias de la vida que se atraviesan. Si les digo que es fácil ser mamá y hacer una maestría les miento. Fue un esfuerzo titánico por parte de ambos, y aunque hubo veces que sentí dolor de dejar a mis hijos para irme a estudiar, a la larga estoy convencida de que fue lo correcto. Ahora con las cosas que sueño no sé cómo encontrar el balance y por dónde empezar.
De todos mis sueños el más grande, el que llamo “Mi misión en la vida” es cambiar el mundo a través de la lectura. Fue algo que descubrí en el año 2009 de una manera muy peculiar. En un taller de literatura y una conversación con mi mamá. Mi mamá y un amigo, también promotor, siempre me han dicho que sueños como este siempre se encuentran con la incredulidad de la gente. Muchas personas están convencidas de que un libro no es suficiente para cambiar una vida. Y sí, puede que tengan algo de ra- zón. Un libro no es, ni nunca será, suficiente. Entre otras cosas porque un libro es una sola visión, una sola propuesta, un solo viaje, y para cambiar el mundo, para que la vida se transforme hace falta una panorámica que incluya el planeta en que vivimos y también la dimensión humana. Mi convicción es que los libros en general, muchos libros, sí que cambian vidas y por supuesto el mundo. A través de mis grupos de lectura lo he visto. Los libros se convierten en refugio, en motor, en avión, en motivo, en desahogo, en barco, en máquina del tiempo, en terapia, en brújula, en músculo. Los libros nos ayudan a solucionar el mutismo al que a veces nos condena la complejidad de la vida. Nos hacen más empáticos. Más humanos. Y por ello son además un factor sine qua non para la prosperidad de la democracia, porque sin ellos no hay forma de tender puentes entre seres humanos.
Como este año todavía todo es incierto, como forma de encontrar mapas, decidí embarcarme en un reto literario inspirado en Julio Verne: La vuelta al mundo en 80 libros. He decidido viajar a través de libros de todo tipo y género. Relecturas o descubrimientos, recomendaciones, y además unirlos con otros productos culturales. Es decir redescubrir el mundo, pero sobre todo redescubrirme a mí misma