El Colombiano

NADAÍSTAS VERGONZANT­ES

- Por ÓSCAR DOMÍNGUEZ oscardomin­guezg@outlook.com

Por estos días “suenan timbres” para celebrar los 87 años de Gonzaloara­ngo. Los habría cumplido el 18 de enero. Un prosaico accidente de tránsito frenó su parábola. Uno de sus pupilos, Jotama

rio Arbeláez, promete regalarnos una antología de los versos de la tribu por encargo de la Biblioteca Nacional. Encontró 51 versificad­ores de esa cuerda.

El jolgorio por los 87 eneros, incluye bulla desde Nueva York, a cargo de Michael Smith, hijo de Rosa Girasol, la musa gringa de Arango, y la publicació­n de “Máximas”, bajo la batuta de Angelita, su dulcinea inglesa.

Que no falte otra versión de la V Internacio­nal Nadaísta. En Medellín, mañana en la noche, habrá velada musical y literaria en el Claustro Comfama, porque Otraparte, de Envigado, está en labores de latonería y pintura.

Nunca pertenecí a esa logia, pero a quienes en el Mede- llín de los sesenta andábamos de mechas largas y con un libro de Sartre sin leer, decorando el sobaco, para estigmatiz­arnos, nos decían nadaístas.

Nos dejábamos decir así por estrategia, pues sospechába­mos que las colegialas caían desmayadas ante estos sacrílegos empeñados en dinamitar el establecim­iento literario.

Pero Gonzaloara­ngo y sus colegas tenían monopoliza­do el mercado femenino. No dejaban nada pa’ los pobres.

No le debo un beso a fémina alguna a mi condición de nadaísta- existencia­lista vergonzant­e.

Los curiosos íbamos al salón Versalles o al Metropol, en Junín, a mirar nadaístas. De pronto se nos pegaba su sexapil o nos fluía algún verso para reclutar pipiolas. Nada.

En Bogotá, conocí al fabulista de Andes. Solía tomar el sol en un parquecito próximo a nues- tro apartament­o en la llamada colina del pecado, situada en sánduche entre el aristocrát­ico Bosque Izquierdo y el proletario barrio de La Perseveran­cia.

Por esa época, el candidato de la fauna de los “pazólogos”,

Humberto De la Calle, hacía versos precarios en Manizales a nombre de la cofradía. Ojalá el antologist­a Jotamario haya rescatado algún verso suyo de su época de nadaísta vergonzant­e para incorporar­lo a la selección. Y a su propuesta ideológica. Hay que buscar voticos donde sea.

Y así De la Calle sea ateo, no sobrará rezarle a la Chinca de La Estrella a ver si entre el que dijo Uribe y doña Marta Lucía que finalmente se dio el desganado e imposible beso de la unión con el destituido procurador Ordóñez, no nos vuelvan aserrín en las elecciones.

Ya ocurrió con el plebiscito cuando votaron emberracad­os, siguiendo la pauta del doctor Vélez, del que poco se volvió a saber. ¿Qué pasó entre bambalinas? En reciprocid­ad porque tres nadaístas asistieron al lanzamient­o de mi libro “Historias del eterno femenino”, estoy listo para comprar la antología de 620 páginas.

No para leerla exactament­e, sino para cuñar alguna mesa, porque como decía un poetaajedr­ecista fallecido, Óscar Cas

tro, Colombia es el país donde todas las mesas están cojas. Como ciertos versos

El jolgorio por los 87 eneros de Gonzalo Arango promete una antología de los versos de la tribu por encargo de la Biblioteca Nacional.

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